sábado, 22 de julio de 2017

El género se construye… porque yo lo valgo: Trans, IV.

Resumen de los artículos anteriores:
Pese a que llevamos casi un siglo y medio de estudios e investigaciones, actualmente seguimos sin tener un consenso científico global sobre el origen de lo que se ha llamado transexualidad, disforia de género, trastorno de la identidad sexual o incongruencia de género.

GAFAPASTA/NERD MODE OFF.
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POPULIST MODE ON.

“Todas las opiniones y nociones a las que se nos ha acostumbrado desde la infancia se arraigan tan profundamente que nos es imposible erradicarlas, aunque empleemos todo el poder de la razón.”[1] David Hume, Tratado de la naturaleza humana.

Los estudios de género son ciencia… ¿ficción?
Se ha convertido en costumbre, especialmente cuando quieren cerrarte una discusión en la que estás presentando argumentos, en enviarte a que te informes. Sin duda es mejor eso a que te manden a la mierda, pero no deja de ser curioso que se crea que en cada asunto exista una única información contrastada y canónica que nos pueda sacar de toda duda. En cualquier caso, después de pasarme casi cuatro meses dedicado en exclusiva a leer sobre transgénero, se podrá estar en desacuerdo o no con las conclusiones que ahora presento, pero lo que no se podrá decir es que no me he informado. También quiero dejar claro que he ido hacia este estudio bastante libre de prejuicios y de cargas emocionales: no conozco a nadie directamente afectado por ello, no profeso religión alguna y no me debo a ninguna ideología partidista.
Con lo que ahora sé he vuelto a ver la entrevista de Iñaki López a Ignacio Arsuaga, que fue la chispa que encendió este estudio, y puedo decir con seguridad que aquello fue un total despropósito. El periodista no sólo no se había informado en exceso, sino que parecía no tener ni idea de lo que estaba hablando, más allá de tópicos y consignas mal aprendidas. Tanto es así que hasta desde las propias filas del entorno LGTB alguien le llamó al orden[2].
Sin discutir la veracidad de las definiciones que los estudios de género dan sobre las categorías que ellos mismos proponen, lo que está claro es que Iñaki López las desconocía por completo. Por ejemplo, confundía sexualidad con identidad de género, lo que ya hacía surrealista todo el debate posterior. O, como indica el bloguero LGTB que he enlazado, confundía también identidad de género con orientación sexual. Vamos, que se hacía un lío.
Iñaki López exclama en la entrevista con un vigoroso entusiasmo que “la biología dice claramente que la elección del sexo… la sexualidad está en la cabeza, no en los genitales”. Como si “la biología” se hubiera pronunciado sobre este asunto en un comunicado oficial. Como si la biología fuese una unidad de destino en lo universal. De todas maneras, si te has tomado la molestia de leer la compilación que he hecho sobre transgénero y ciencia (si estás entre los lectores perezosos no te preocupes que ahora te lo resumo) has podido ver que no ha sido esta una cuestión estrictamente biológica, sino más bien propia de psicólogos y psiquiatras, y que, por último, ha sido apropiada por filósofos y por científicos sociales. Sobre esto quiero mostrar una tabla sinóptica que puede darnos una idea de cómo el sesgo ideológico y biográfico puede estar en todas las partes:



No hay más que echar una mirada superficial para observar que la biología y la neurociencia han optado más en ver en este asunto como una cuestión fisiológica, mientras que las ciencias sociales y otros estudios de raíz filosófica (entre los que además se encuentra una mayoría de individuos afines al sexo no heteronormativo) han preferido verla como una construcción sociocultural. ¿Habrá por alguna parte, o por las dos, un sesgo y/o conflicto etic/emic?

Iñaki López y el pensamiento gaseoso.
 “—Usted lo que pide es que algunos profesores eduquen a sus hijos en base a hechos biológicos que ustedes se han inventado y que no existen.
—Bueno, vamos a ver, yo tengo hijos en primaria y en la ESO, y yo he cogido el libro de Biología y cuando habla del aparato reproductor masculino pues, desde luego, se habla del pene y de los testículos…
—¿Y qué tiene que ver eso con la sexualidad?
—…
—Bueno, sí, un pene es un pene, un codo es un codo, los ojos son los ojos… Pero la sexualidad está en la cabeza, no en los genitales.”

Si calificamos el pensamiento por su consistencia podemos tener reflexiones sólidas, líquidas, gelatinosas o gaseosas. Ese es el caso del pensamiento de Iñaki López, el suyo es un pensamiento evanescente como el humo. Sus opiniones están basadas en prejuicios fuertemente arraigados que difícilmente podrán ser erradicados con el uso de la razón. Esto es así porque “lo ha dicho la ciencia” y punto.
Vayamos a los hechos.
En nuestra especie sólo hay dos sexos: masculino y femenino. Es cierto que existen algunos síndromes en los que esto no se define claramente, pero eso son trastornos. La naturaleza no es perfecta y a veces falla. Desde el punto de vista genético no existe un “tercer sexo”. Quizás a lo que Iñaki López se quería referir, y uso el lenguaje propuesto por los estudios de género, es a la identidad de género, que no es una cuestión biológica, sino psicológica, o si quieren filosófica, sociológica o antropológica. En cualquier caso, entre nuestros genitales y nuestro cerebro sí hay una importante relación, y es mucho más íntima que la que podemos tener con nuestro codo e incluso con nuestros ojos, porque se puede carecer de estas dos partes del cuerpo y tener aún sexualidad, pero sin los genitales es imposible. Ya que a partir de la cuarta semana de gestación de nuestra especie es cuando nuestra gónada bipotencial se desarrolla como masculina o femenina y a partir de ahí, en varias fases, envía hormonas al cerebro y a otras partes del cuerpo (testosterona o estrógenos). Y es por esto que se cree que existen esas diferencias entre los cerebros masculinos y femeninos. Por esto los genitales con respecto a la sexualidad NO son una parte del cuerpo cualquiera, como es el codo o los ojos (aunque también podamos sentir sensaciones sexualmente placenteras con ambos) sino que son una parte esencial.

Las leyes LGTB: el síndrome de Galileo.

“—¿En serio está prohibido en España que un homosexual quiera ser heterosexual?
—Está prohibido con una multa de 45.000 € que una persona le ayude a ese homosexual para dejar de serlo.
—Señor Arsuaga, ¿en qué ley viene eso?
—Lo ha dicho Carla Antonelli, en la Ley de Madrid que se aprobó en julio.
—¿Me quiere usted decir que el que sea homosexual y quiera pasar a la heterosexualidad en España, no puede por ley?
—No puede recibir ningún tipo de ayuda. Si una persona le quiere ayudar, esa persona que le ayuda va a recibir una multa de 45.000€. Eso, en mi opinión, es una imposición y es, en última instancia, autoritaria.
—Es que a mí me parece todo de ciencia ficción, señor Arsuaga.
—Está en la ley, está en la ley…”

Uno de los momentos más desafortunados de la entrevista fue cuando demostró que no sólo no se la había preparado, sino que ni siquiera estaba atento a su desarrollo. Tenía ya tan arraigado sus prejuicios que era incapaz de escuchar.
Ciertamente la Ley 2/2016, de 29 de marzo de la Comunidad de Madrid[3], calco de otra de Extremadura[4], es un auténtico despropósito[5]. Con esa ley se está cayendo el mismo error que se ha cometido en otros momentos históricos, cuando se creía que interpretaciones de creencias particulares podían estar por encima de las evidencias científicas. Si no sabemos a qué se debe la disforia de género y ni siquiera podemos decir que tenga una etiología única ¿cómo podemos estar seguros de que todas sus variantes son sanas e inmutables? ¿Es que acaso no tienen en cuenta que los sentimientos transgénero aparecen en cuadros de comorbilidad acompañando a patologías definidas? Existe literatura científica que vincula estos deseos transgénero a pacientes esquizofrénicos[6], a maníaco-depresivos[7] y a otras psicopatías[8]. Existen además indicios que vinculan una importante proporción de pacientes con trastorno de espectro autista a trastornos de identidad sexual. Se ha encontrado que en personas con síndrome de Asperger su porcentaje es muy superior a la media[9]. ¿Se va a multar al médico que trate a estos pacientes? No niego que es desafortunada la expresión de terapia de aversión o de conversión, pero ¿cabría en esto la terapia de aceptación? ¿Si prohibimos terapias con bajo índice de éxito habría también que prohibir otras terapias a las que aún no se ha conseguido un nivel de éxito aceptable?
Lejos del prejuicio fuertemente arraigado de Iñaki López y otras muchas personas, lo cierto es que ante el asunto transgénero no existe ninguna evidencia científica que corrobore su causa. Sólo tenemos que se trata de un sentimiento subjetivo de algunas personas. Como hay personas que se ven gordas cuando los demás vemos objetivamente que están en los huesos. Si entendemos que lo de las personas que sufren anorexia nerviosa es un grave problema de percepción. ¿Por qué hay personas que no aceptan que esto también puede ser un trastorno similar? Doy una posible causa: por la discriminación. La discriminación y violencia hacia los colectivos no heteronormativos ha sido y es un hecho real y trágico en el mundo. Y esto ha generado la necesidad de la creación de los colectivos de defensa. Desde finales de los años sesenta gais, bisexuales, lesbianas y travestis descubrieron que unidos conseguían ventajas para sus intereses. Y por ello necesitaban ampliar su grupo de presión lo máximo posible. En este sentido las personas transgénero, y después las intersexuales, fueron miembros preferentes del club. Y puede que también sean grupos humanos que hayan sufrido marginación y violencia injustificada por cuestiones relacionadas con el sexo, pero no podemos decir que se trate de exactamente lo mismo. Ya que la transexualidad, aunque coincida con la homosexualidad el ser un hecho sexual diverso, no sólo implica tener deseos sexuales entre adultos, esto va más allá, ya que tiene implicaciones médicas y legales más complejas.  

¿Hay niños con vulva y niñas con pene?: El sexo de los ángeles.
“—El niño que nace con pene es varón, y así queda registrado en el Registro Civil.
—¡Que no, que no, señor Arsuaga! Es una pena que no tengamos un biólogo con nosotros. La biología, lo hemos comprobado los científicos (sic), lo niega. El género está en el cerebro, no en los genitales. ¡Puede haber niños con vulva!”

El aspecto más controvertido del transgénero es cuando se aplica a la infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje intelectual y emocional. Entender el mundo que nos ha tocado vivir no es una tarea fácil. Y sentirnos bien en ese mundo a veces es mucho más difícil. La infancia es per se un periodo de continuos cambios y pruebas. En esa fase los niños pueden probar y dudar de todo, incluso del género que la genética le ha asignado, lo que no tiene que indicar que se traten esas pruebas y dudas de cuestiones inmutables e intocables. De hecho, los estudios de los que disponemos hasta ahora arrojan resultados diversos y nada concluyentes[10]. Lo que sí parece claro es que la persistencia es mayor en aquellos casos en los que la recepción del fenómeno es favorable. Pero aun así hay que tener en cuenta los casos en los que esta percepción remite. ¿Qué sucede con estos niños si antes de su remisión ya se ha iniciado con ellos un proceso de readaptación? ¿Cómo decidir con cual niño esto se inicia y con cual no? ¿Cómo podemos dar crédito a los sentimientos de un niño cuando estos son frágiles y cambiantes por naturaleza? ¿Vamos a convencernos de que el sentimiento transgénero de un niño va a ser estable y prolongado en el tiempo? ¿Pensaríamos lo mismo si tiene un amigo invisible? ¿Vamos a darle toda nuestra atención y apoyo por una probabilidad irreversible?
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoce que la persistencia de la disforia de género de niños una vez que llegan a la edad adulta no es mayoritaria, y de hecho en algunos casos casi insignificante.

“Según el DSM- 5, “en los nacidos varones, la persistencia [de la disforia de género] oscila entre el 2,2% y el 30%. En las nacidas mujeres, la persistencia oscila entre el 12% y el 50%.”67 Los datos científicos sobre la persistencia de la disforia de género siguen siendo escasos debido a la muy reducida prevalencia del problema entre la población general, pero la amplia mayoría de resultados en la literatura apuntan a que aún no sabemos mucho sobre por qué la disforia persiste o remite en los niños. Tal como observa el DSM-5 más adelante, “no está claro si los niños a los que se ‘anima’ o apoya para vivir socialmente según el sexo deseado vayan a presentar mayores tasas de persistencia, ya que aún no se ha seguido longitudinalmente a dichos niños de modo sistemático.”68 Claramente, es necesario llevar a cabo más estudios en este campo y también que padres y terapeutas reconozcan la gran incertidumbre existente sobre cómo interpretar la conducta de estos niños.” (Pág. 98.) [11]

Varios estudios recientes[12] siguen marcando un índice de suicidios y de trastornos mentales en personas jóvenes que han sido sometidas a la “reasignación” de sexo. No puede haber duda que hay que seguir investigando. Quizás no sea una cuestión de reasignación, como no lo era la aversión ni la conversión, quizás habrá que encontrar un camino intermedio, en la aceptación, quizás.
La polémica profesora Camille Paglia hace una interesante y audaz reflexión sobre este asunto[13]:

"Se anima a los padres a someter al niño a procedimientos que creo que son una forma de abuso infantil: las hormonas para retardar la pubertad, las manipulaciones quirúrgicas, etcétera… Creo que esto es incorrecto, la gente debería esperar a que sus hijos estén informados y tengan la edad de consentimiento.”

La perspectiva que no podemos dejar apartada es que se trata de una apreciación subjetiva del individuo. Es decir, no hay una prueba objetiva de que esta disforia corresponda a un hecho biológico concreto. No estamos hablando de intersexo, hablamos de niños en los que sus cromosomas marcan su clara pertenencia al grupo XX o XY. O sea, niños con pene y niñas con vagina. Son casos equiparables a los de las personas anoréxicas que se ven gorda, pero pueden estar en los huesos. Una apreciación subjetiva que no corresponde con la realidad. Y además hablamos de individuos inmaduros, en fase de formación. Por ello, lo que no parece razonable es aceptar y estimular con alegría y sin reflexión a los niños que en un momento se les cruza esta idea. Todo deseamos ser queridos y aceptados, pero esto puede ser un camino equivocado de lograrlo. Por eso, ahora que he leído, he reflexionado y me he informado de todo este asunto, creo que lo escandaloso del autobús de HazteOír no estaba tanto en su mensaje, que era simple y obvio, sino en descubrir que existen asociaciones de niños transgénero. Eso, con la escasez de evidencias científicas que disponemos en estos momentos, realmente me parece que es más peligroso.
Sin tener conclusiones definitivas, por ahora, la cautela debería ser la mejor opción.



[1] D. Hume, Tratado de la naturaleza humana (Editora Nacional, 1981/Ediciones Orbis, 1984) págs 231,232.
[3] Ley 2/2016, de 29 de marzo, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación.
[4] Ley 12/2015, de 8 de abril, de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales y de políticas públicas contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género en la Comunidad Autónoma de Extremadura.
[5] Es especialmente desafortunado el artículo 70 que se refiera a las infracciones, ya que cierra la posibilidad de tratamiento apacientes con comorbilidad, antes los que esta tendencia es temporal, pudiendo convertirla en definitiva, con los consiguientes arrepentimientos irreparables.
4. Son infracciones muy graves:
c) La promoción y realización de terapias de aversión o conversión con la finalidad de modificar la orientación sexual o identidad de género de una persona. Para la comisión de esta infracción será irrelevante el consentimiento prestado por la persona sometida a tales terapias.
[6] Gittleson NL, Levine S: las ideas subjetivas de cambio sexual en los esquizofrénicos masculinos. Br J Psychiatry 1966; 112: 779-782.
[7] Habermeyer E, Kamps I, Kawohl W. Un caso de la psicosis bipolar y transexualismo. Psychopathology.2003; 36: 168-170.
[8] Mayer C, Kapfhammer HP: La coincidencia de la transexualidad y la psicosis. Neurólogy 1995, 66:225-230.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352012000100008
[9] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24619651

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