Resumen de los artículos anteriores:
Pese a que llevamos casi un siglo y medio de
estudios e investigaciones, actualmente seguimos sin tener un consenso
científico global sobre el origen de lo que se ha llamado transexualidad,
disforia de género, trastorno de la identidad sexual o incongruencia de
género.
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GAFAPASTA/NERD MODE OFF.
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POPULIST MODE ON.
“Todas las opiniones y nociones a las
que se nos ha acostumbrado desde la infancia se arraigan tan profundamente que
nos es imposible erradicarlas, aunque empleemos todo el poder de la razón.”[1]
David Hume, Tratado de la naturaleza humana.
Los estudios de género
son ciencia… ¿ficción?
Se ha convertido en costumbre, especialmente cuando quieren
cerrarte una discusión en la que estás presentando argumentos, en enviarte a que
te informes. Sin duda es mejor eso a que te manden a la mierda, pero no deja de
ser curioso que se crea que en cada asunto exista una única información
contrastada y canónica que nos pueda sacar de toda duda. En cualquier caso, después
de pasarme casi cuatro meses dedicado en exclusiva a leer sobre transgénero, se
podrá estar en desacuerdo o no con las conclusiones que ahora presento, pero lo
que no se podrá decir es que no me he informado. También quiero dejar claro que
he ido hacia este estudio bastante libre de prejuicios y de cargas emocionales:
no conozco a nadie directamente afectado por ello, no profeso religión alguna y
no me debo a ninguna ideología partidista.
Con lo que ahora sé he vuelto a ver la entrevista de Iñaki
López a Ignacio Arsuaga, que fue la chispa que encendió este estudio, y puedo
decir con seguridad que aquello fue un total despropósito. El periodista no
sólo no se había informado en exceso, sino que parecía no tener ni idea de lo
que estaba hablando, más allá de tópicos y consignas mal aprendidas. Tanto es
así que hasta desde las propias filas del entorno LGTB alguien le llamó al
orden[2].
Sin discutir la veracidad de las definiciones que los
estudios de género dan sobre las categorías que ellos mismos proponen, lo que
está claro es que Iñaki López las desconocía por completo. Por ejemplo,
confundía sexualidad con identidad de género, lo que ya hacía surrealista todo
el debate posterior. O, como indica el bloguero LGTB que he enlazado, confundía
también identidad de género con orientación sexual. Vamos, que se hacía un lío.
Iñaki López exclama en la entrevista con un vigoroso
entusiasmo que “la biología dice claramente que la elección del
sexo… la sexualidad está en la cabeza, no en los genitales”. Como si “la
biología” se hubiera pronunciado sobre este asunto en un comunicado oficial.
Como si la biología fuese una unidad de destino en lo universal. De todas
maneras, si te has tomado la molestia de leer la compilación que he hecho sobre
transgénero y ciencia (si estás entre los lectores perezosos no te preocupes
que ahora te lo resumo) has podido ver que no ha sido esta una cuestión
estrictamente biológica, sino más bien propia de psicólogos y psiquiatras, y
que, por último, ha sido apropiada por filósofos y por científicos sociales. Sobre esto quiero mostrar una tabla sinóptica
que puede darnos una idea de cómo el sesgo ideológico y biográfico puede estar
en todas las partes:
No hay más que echar una mirada superficial para observar que
la biología y la neurociencia han optado más en ver en este asunto como una
cuestión fisiológica, mientras que las ciencias sociales y otros estudios de
raíz filosófica (entre los que además se encuentra una mayoría de individuos
afines al sexo no heteronormativo) han preferido verla como una construcción
sociocultural. ¿Habrá por alguna parte, o por las dos, un sesgo y/o conflicto
etic/emic?
Iñaki López y el
pensamiento gaseoso.
“—Usted
lo que pide es que algunos profesores eduquen a sus hijos en base a hechos
biológicos que ustedes se han inventado y que no existen.
—Bueno, vamos a ver, yo tengo hijos en
primaria y en la ESO, y yo he cogido el libro de Biología y cuando habla del
aparato reproductor masculino pues, desde luego, se habla del pene y de los
testículos…
—¿Y qué tiene que ver eso con la sexualidad?
—…
—Bueno, sí, un pene es un pene, un codo es
un codo, los ojos son los ojos… Pero la sexualidad está en la cabeza, no en los
genitales.”
Si calificamos el pensamiento
por su consistencia podemos tener reflexiones sólidas, líquidas, gelatinosas o gaseosas.
Ese es el caso del pensamiento de Iñaki López, el suyo es un pensamiento
evanescente como el humo. Sus opiniones están basadas en prejuicios fuertemente
arraigados que difícilmente podrán ser erradicados con el uso de la razón. Esto
es así porque “lo ha dicho la ciencia” y punto.
Vayamos a los hechos.
En nuestra especie sólo hay dos
sexos: masculino y femenino. Es cierto que existen algunos síndromes en los que
esto no se define claramente, pero eso son trastornos. La naturaleza no es
perfecta y a veces falla. Desde el punto de vista genético no existe un “tercer
sexo”. Quizás a lo que Iñaki López se quería referir, y uso el lenguaje propuesto por los
estudios de género, es a la identidad de
género, que no es una cuestión biológica, sino psicológica, o si quieren
filosófica, sociológica o antropológica. En cualquier caso, entre nuestros
genitales y nuestro cerebro sí hay una importante relación, y es mucho más
íntima que la que podemos tener con nuestro codo e incluso con nuestros ojos,
porque se puede carecer de estas dos partes del cuerpo y tener aún sexualidad,
pero sin los genitales es imposible. Ya que a partir de la cuarta semana de
gestación de nuestra especie es cuando nuestra gónada bipotencial se desarrolla
como masculina o femenina y a partir de ahí, en varias fases, envía hormonas al
cerebro y a otras partes del cuerpo (testosterona o estrógenos). Y es por esto
que se cree que existen esas diferencias entre los cerebros masculinos y
femeninos. Por esto los genitales con
respecto a la sexualidad NO son una parte del cuerpo cualquiera, como es el
codo o los ojos (aunque también podamos sentir sensaciones sexualmente
placenteras con ambos) sino que son una parte esencial.
Las leyes LGTB: el
síndrome de Galileo.
“—¿En
serio está prohibido en España que un homosexual quiera ser heterosexual?
—Está
prohibido con una multa de 45.000 € que una persona le ayude a ese homosexual
para dejar de serlo.
—Señor
Arsuaga, ¿en qué ley viene eso?
—Lo
ha dicho Carla Antonelli, en la Ley de Madrid que se aprobó en julio.
—¿Me
quiere usted decir que el que sea homosexual y quiera pasar a la
heterosexualidad en España, no puede por ley?
—No
puede recibir ningún tipo de ayuda. Si una persona le quiere ayudar, esa
persona que le ayuda va a recibir una multa de 45.000€. Eso, en mi opinión, es
una imposición y es, en última instancia, autoritaria.
—Es
que a mí me parece todo de ciencia ficción, señor Arsuaga.
—Está
en la ley, está en la ley…”
Uno de los momentos más desafortunados de la entrevista fue
cuando demostró que no sólo no se la había preparado, sino que ni siquiera
estaba atento a su desarrollo. Tenía ya tan arraigado sus prejuicios que era
incapaz de escuchar.
Ciertamente la Ley 2/2016, de 29 de
marzo de la Comunidad de Madrid[3],
calco de otra de Extremadura[4],
es un auténtico despropósito[5].
Con esa ley se está cayendo el mismo error que se ha cometido en otros momentos
históricos, cuando se creía que interpretaciones de creencias particulares
podían estar por encima de las evidencias científicas. Si no sabemos a qué se
debe la disforia de género y ni siquiera podemos decir que tenga una etiología
única ¿cómo podemos estar seguros de que todas sus variantes son sanas e
inmutables? ¿Es que acaso no tienen en cuenta que los sentimientos transgénero
aparecen en cuadros de comorbilidad acompañando a patologías definidas? Existe
literatura científica que vincula estos deseos transgénero a pacientes
esquizofrénicos[6], a
maníaco-depresivos[7] y a
otras psicopatías[8].
Existen además indicios que vinculan una importante proporción de pacientes con
trastorno de espectro autista a trastornos de identidad sexual. Se ha
encontrado que en personas con síndrome de Asperger su porcentaje es muy
superior a la media[9].
¿Se va a multar al médico que trate a estos pacientes? No niego que es
desafortunada la expresión de terapia de aversión o de conversión, pero ¿cabría
en esto la terapia de aceptación? ¿Si prohibimos terapias con bajo índice de
éxito habría también que prohibir otras terapias a las que aún no se ha conseguido
un nivel de éxito aceptable?
Lejos del prejuicio fuertemente arraigado de Iñaki López y
otras muchas personas, lo cierto es que ante el asunto transgénero no existe
ninguna evidencia científica que corrobore su causa. Sólo tenemos que se trata
de un sentimiento subjetivo de algunas personas. Como hay personas que se ven
gordas cuando los demás vemos objetivamente que están en los huesos. Si
entendemos que lo de las personas que sufren anorexia nerviosa es un grave
problema de percepción. ¿Por qué hay personas que no aceptan que esto también
puede ser un trastorno similar? Doy una posible causa: por la discriminación. La
discriminación y violencia hacia los colectivos no heteronormativos ha sido y
es un hecho real y trágico en el mundo. Y esto ha generado la necesidad de la
creación de los colectivos de defensa. Desde finales de los años sesenta gais,
bisexuales, lesbianas y travestis descubrieron que unidos conseguían ventajas
para sus intereses. Y por ello necesitaban ampliar su grupo de presión lo
máximo posible. En este sentido las personas transgénero, y después las
intersexuales, fueron miembros preferentes del club. Y puede que también sean
grupos humanos que hayan sufrido marginación y violencia injustificada por
cuestiones relacionadas con el sexo, pero no podemos decir que se trate de
exactamente lo mismo. Ya que la transexualidad, aunque coincida con la
homosexualidad el ser un hecho sexual diverso, no sólo implica tener deseos
sexuales entre adultos, esto va más allá, ya que tiene implicaciones médicas y
legales más complejas.
¿Hay niños con vulva y
niñas con pene?: El sexo de los ángeles.
“—El niño que nace con pene es varón, y así queda registrado
en el Registro Civil.
—¡Que no, que no, señor Arsuaga! Es una pena que no tengamos
un biólogo con nosotros. La biología, lo hemos comprobado los científicos
(sic), lo niega. El género está en el cerebro, no en los genitales. ¡Puede
haber niños con vulva!”
El aspecto más controvertido del transgénero es cuando se
aplica a la infancia. La infancia es un periodo de aprendizaje intelectual y
emocional. Entender el mundo que nos ha tocado vivir no es una tarea fácil. Y
sentirnos bien en ese mundo a veces es mucho más difícil. La infancia es per se un periodo de continuos cambios y
pruebas. En esa fase los niños pueden probar y dudar de todo, incluso del
género que la genética le ha asignado, lo que no tiene que indicar que se
traten esas pruebas y dudas de cuestiones inmutables e intocables. De hecho,
los estudios de los que disponemos hasta ahora arrojan resultados diversos y nada
concluyentes[10]. Lo
que sí parece claro es que la persistencia es mayor en aquellos casos en los
que la recepción del fenómeno es favorable. Pero aun así hay que tener en
cuenta los casos en los que esta percepción remite. ¿Qué sucede con estos niños
si antes de su remisión ya se ha iniciado con ellos un proceso de readaptación? ¿Cómo decidir con cual
niño esto se inicia y con cual no? ¿Cómo podemos dar crédito a los sentimientos
de un niño cuando estos son frágiles y cambiantes por naturaleza? ¿Vamos a convencernos
de que el sentimiento transgénero de un niño va a ser estable y prolongado en
el tiempo? ¿Pensaríamos lo mismo si tiene un amigo invisible? ¿Vamos a darle
toda nuestra atención y apoyo por una probabilidad irreversible?
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría reconoce que la
persistencia de la disforia de género de niños una vez que llegan a la edad
adulta no es mayoritaria, y de hecho en algunos casos casi insignificante.
“Según el DSM- 5, “en los nacidos varones, la persistencia [de la
disforia de género] oscila entre el 2,2% y el 30%. En las nacidas mujeres, la
persistencia oscila entre el 12% y el 50%.”67 Los datos científicos sobre la
persistencia de la disforia de género siguen siendo escasos debido a la muy
reducida prevalencia del problema entre la población general, pero la amplia
mayoría de resultados en la literatura apuntan a que aún no sabemos mucho sobre
por qué la disforia persiste o remite en los niños. Tal como
observa el DSM-5 más adelante, “no está claro si los niños a los que se ‘anima’
o apoya para vivir socialmente según el sexo deseado vayan a presentar mayores
tasas de persistencia, ya que aún no se ha seguido longitudinalmente a dichos
niños de modo sistemático.”68 Claramente, es necesario llevar a cabo más
estudios en este campo y también que padres y terapeutas reconozcan la gran
incertidumbre existente sobre cómo interpretar la conducta de estos niños.” (Pág.
98.)
[11]
Varios estudios recientes[12]
siguen marcando un índice de suicidios y de trastornos mentales en personas
jóvenes que han sido sometidas a la “reasignación” de sexo. No puede haber duda
que hay que seguir investigando. Quizás no sea una cuestión de reasignación,
como no lo era la aversión ni la conversión, quizás habrá que encontrar un
camino intermedio, en la aceptación, quizás.
La polémica profesora Camille Paglia hace una interesante y
audaz reflexión sobre este asunto[13]:
"Se anima a los padres a someter al
niño a procedimientos que creo que son una forma de abuso infantil: las
hormonas para retardar la pubertad, las manipulaciones quirúrgicas, etcétera…
Creo que esto es incorrecto, la gente debería esperar a que sus hijos estén
informados y tengan la edad de consentimiento.”
La perspectiva que no podemos dejar apartada es que se trata
de una
apreciación subjetiva del individuo. Es decir, no hay una prueba
objetiva de que esta disforia corresponda a un hecho biológico concreto. No
estamos hablando de intersexo, hablamos de niños en los que sus cromosomas
marcan su clara pertenencia al grupo XX o XY. O sea, niños con pene y niñas con
vagina. Son casos equiparables a los de las personas anoréxicas que se ven
gorda, pero pueden estar en los huesos. Una apreciación subjetiva que no corresponde
con la realidad. Y además hablamos de individuos inmaduros, en fase de
formación. Por ello, lo que no parece razonable es aceptar y estimular con
alegría y sin reflexión a los niños que en un momento se les cruza esta idea.
Todo deseamos ser queridos y aceptados, pero esto puede ser un camino
equivocado de lograrlo. Por eso, ahora que he leído, he
reflexionado y me he informado de todo este asunto, creo que lo escandaloso del autobús de
HazteOír no estaba tanto en su mensaje, que era simple y obvio, sino en
descubrir que existen asociaciones de niños transgénero. Eso, con la escasez de
evidencias científicas que disponemos en estos momentos, realmente me parece
que es más peligroso.
Sin tener conclusiones definitivas, por ahora, la cautela
debería ser la mejor opción.
[1] D.
Hume, Tratado de la naturaleza humana (Editora Nacional, 1981/Ediciones Orbis,
1984) págs 231,232.
[3]
Ley 2/2016, de 29 de marzo, de Identidad y Expresión de Género e Igualdad
Social y no Discriminación.
[4]
Ley 12/2015, de 8 de abril, de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales,
transexuales, transgénero e intersexuales y de políticas públicas contra la discriminación
por orientación sexual e identidad de género en la Comunidad Autónoma de
Extremadura.
[5]
Es especialmente desafortunado el artículo 70 que se refiera a las infracciones,
ya que cierra la posibilidad de tratamiento apacientes con comorbilidad, antes
los que esta tendencia es temporal, pudiendo convertirla en definitiva, con los
consiguientes arrepentimientos irreparables.
4. Son infracciones muy
graves:
c) La promoción y
realización de terapias de aversión o conversión con la finalidad de modificar
la orientación sexual o identidad de género de una persona. Para la comisión de
esta infracción será irrelevante el consentimiento prestado por la persona
sometida a tales terapias.
[6] Gittleson
NL, Levine S: las ideas subjetivas de cambio sexual en los esquizofrénicos
masculinos. Br J Psychiatry 1966; 112: 779-782.
[7] Habermeyer
E, Kamps I, Kawohl W. Un caso de la psicosis bipolar y transexualismo.
Psychopathology.2003; 36: 168-170.
[8] Mayer
C, Kapfhammer HP: La coincidencia de la transexualidad y la psicosis. Neurólogy 1995, 66:225-230.
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352012000100008
[9]
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24619651
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