lunes, 22 de mayo de 2017

Más sobre el “derecho” al insulto: la izquierda iluminada.

“El pensamiento de izquierdas no es el pensamiento único, es el único pensamiento.” Javier Sardà, periodista.

Voy a seguir disfrutando de la libertad que proporciona mi irrelevancia para seguir saltándome el programa que me había marcado.
Siempre me ha llamado la atención que la Ilustración en manos de las masas degenerara en los horrores de la Revolución Francesa. Y es que hay saltos evolutivos que son insalvables. Los perros nacen de la domesticación de los lobos, pero tratar que un lobo adulto se comporte como un perro en un corto periodo de tiempo puede ser peligroso o imposible. La evolución existe, pero las revoluciones son sinónimo de desastre.
El anticlericalismo que trae la Ilustración, y que después refuerza el marxismo, no es una construcción nihilista. La izquierda no trata de destruir las creencias, sino tan sólo de sustituirlas. Por eso no es tan importante que sus seguidores menos cultivados no entiendan realmente los conceptos, ya que es suficiente que tan sólo crean en ellos. Por eso cuando alguien cuestiona esos dogmas, y se ven sin argumentos para defenderlos, lo primero que surge es la falacia ad hominem. Es decir: tú no lo entiendes porque no tienes capacidad para ello, o es que no estás informado, o es que estás manipulado, o eres un vendido, o simplemente es que no quieres entenderlo. Si te opones públicamente a los supuestos argumentos de la izquierda, cosa que sólo puede ocurrir por ignorancia o perversa maldad según ellos, siempre habrá una turba airada e intolerante que considerará que eres una persona muy poco digna de respeto y consideración, por lo que te mereces todos los insultos, las burlas y los escarnios posibles. Ya que te han dado la oportunidad de contemplar la verdad revelada ante tus ojos, y estás cometiendo el sacrilegio de despreciarla. La opción que queda totalmente descartada es que ese pensamiento de izquierdas sea en realidad una pamplina sin ningún fundamento. La izquierda radical es el nuevo opio del pueblo.



Reflexionando sobre todo esto veo que existen indicios sobre que este bullying ideológico, que me mantuvo en un armario forzado durante años, no se fundamenta tanto en esa supuesta reiterada superioridad moral de la izquierda. Pienso que la cuestión está más bien relacionada con un complejo de superioridad intelectual, debido precisamente a la poca solidez real de sus argumentos. Pero sobre todo esto escribiré en profundidad más adelante. Al menos con toda la profundidad de la que es capaz un intruso profesional.
Antes de entrar en el nudo central de esta serie de artículos sobre la libertad de expresión, sólo quiero recordar una vez más los tres principios que he ido perfilando en relación a esto:

1.     Tratar de anular las divergencias no es parte de la libertad de expresión, sino de todo lo contrario.
2.     El respeto es parte de la libertad de expresión: la vida cívica no debe plantearse como un campo de batalla.
3.     NO existe el derecho al insulto.





Ahora me tomaré un pequeño periodo de descanso. Pero pronto volveré con el artículo más largo y documentado de todos cuanto he escrito, el que origina esta serie, que tratará de responder de la forma más neutral posible la cuestión que planteaba el periodista Iñaki López en relación al autobús de HazteOír, durante la agria entrevista a Ignacio Arsuaga, con la pregunta: ¿Qué nos dice realmente la ciencia sobre el transgénero?



domingo, 14 de mayo de 2017

Apostillas al díptico de la guerra de los autobuses: el “derecho” al insulto, las etiquetas y la utilidad de protegerse en un armario. (Hoy más biográfico que nunca.) – Libertad de expresión, 4ª parte.

No voy a dejar que la actualidad se imponga a mis intenciones, ni aunque sea para darme la razón. Porque es cierto que podría comentar la desafortunada proposición de ley de Podemos (según ellos como intermediarios) contra la discriminación LGTBIQ+++ (y todo lo que quieran poner). El asunto toca de pleno lo que estoy tratando en mi serie sobre la libertad de expresión, ya que nació a partir del autobús de HazteOír. Me sobrarían los motivos para atacar a mis bestias negras podemitas. Pero no. En este caso sería injusto. Hoy (y sólo hoy) estos hijoputas[1] son mis hijoputas. Porque sería una hipocresía no haber empezado la guerra con las leyes, casi miméticas, que ya aprobó antes el PP en Extremadura en 2015 o en Madrid en 2016. Así que será otro día cuando hable de todo esto. Sólo te dejo un apunte: te animo a que leas o releas el libro V de La República de Platón, cuando pone en boca de Sócrates la diferencia entre opinión y conocimiento. Porque yo creo que por ahí palpitan muchos de los problemas que tenemos actualmente. Pero hoy sigo con lo mío.
***
Ahora lo contracultural es no ser de izquierdas.

"Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada." Edmund Burke.
 Aunque se preste al chiste fácil, confieso que yo durante muchos años he sido un idiota en una de sus antiguos significados etimológicos[2]. Yo podía tener algunas inevitables opiniones, supongo que más emocionales que razonadas, pero no las exponía en público. Pero lo que siempre me llamaba la atención era la seguridad con la que las personas de izquierdas proclamaban en cualquier parte las suyas, dando por sentado que los demás presentes las compartiríamos. Y la verdad es que en mi caso casi nunca ha sido así.
He sido niño de la Transición, abrí mi mente a la política durante el “reinado” de Felipe González, y después, durante muchos años, me dediqué al arte. Así que he estado casi toda mi vida bajo un establishment que se autodenominaba progresista. Tanto ha sido así que para mí lo contracultural siempre ha sido no ser de izquierdas. De niño no tuve tan poco dinero como para envidiar al que lo tenía, y de adulto nunca he tenido tanto como para tener mala conciencia por ello. Y siempre he pensado que, aunque bienintencionadas, la mayor parte de las propuestas de la izquierda, por su poca solidez, acaban causando más problemas que ofreciendo soluciones. Así que nunca me ha dado por hacerme o sentirme socialista ni ninguna de esas cosas.
El bendito azar, más importante en nuestras vidas de lo que creemos, hizo que la primera vez que oí a alguien explicar por qué él era de izquierdas sería en una de esas tertulias políticas de la época, tal vez en La clave o alguna así. El tipo explicaba que si se iba a comprar unos zapatos esperaba que algo que él llamaba el Estado le iba a proteger de que estuviesen bien fabricados, siguiendo unas normativas preestablecidas. Mi yo niño, como descendiente de comerciantes que se remontan a los Reyes Católicos, se sorprendió de aquello porque le resultó una memez. Si aquel señor con bigote quería unos zapatos de calidad, pensaba yo, tendría que buscar un buen fabricante de calzados. ¿Por qué tendría que intervenir eso que él llamaba Estado en esa transacción privada? Pese a esto, no estoy describiendo la infancia de un monstruito liberal strictu sensu. Mi educación cristiana, bajo diferentes carismas, me lo hubiera impedido. Aunque no niego que hay un par de acepciones de la palabra liberal que me gustan mucho.



El insulto como etiqueta (y viceversa).

“Allison: Estoy a la mitad de mi tesis universitaria.
Alvy: ¿Sobre qué?
Allison: El compromiso político en la literatura del siglo XX.
Alvy: Ah, ¿a ti te gustan los judíos universitarios, neoyorkinos, intelectuales, liberales, izquierdistas y las colonias socialistas de verano, y los posters de los años 20, y los grafitis de denuncia, y los mítines y las manifestaciones…? Párame antes de que diga más imbecilidades.
Allison: No, eso es esplendido. Me encanta que me reduzcan a un estereotipo cultural.
Alvy: Yo soy un reaccionario, ¿sabes? Pero de la izquierda.” De los diálogos de Annie Hall. Escrita por Woddy Allen y Marshall Brickman.

Etiquétame y presume de ello.
Me gustaría poder darte una etiqueta para que pudieras presumir de mí. “¡Eh, mira lo “open mind” que soy que tengo un amigo X[3]!” Pero eso no sería cierto. Me gustaría poder reducir mi pensamiento a un “estereotipo cultural”, pero no me resulta fácil. Hace años pensaba que era un pacífico anarquista de derechas, más que nada por la broma, porque nunca he sido tan activista como un anarquista (no me veo tirando bombas ni clavando piolets a la gente). Así que lo cambié por un moderado ácrata demócrata cristiano, pero con esto había que dar muchas explicaciones. Me queda la posibilidad de ser un libertario pequeño burgués… Pero no sé, creo que me lo voy a seguir pensando. Lo que sí me parece muy pobre es eso de “facha”. Hay que ver lo gastada que está esa palabra. Ya ha perdido por completo su sentido original. Las pocas personas que se etiqueten fascistas que puedan quedar estarían ya hasta mal vistos por los originales. Quizás por eso me hizo ilusión cuando alguien en Twitter hace poco trató de insultarme diciendo que mis propuestas son “cuentos liberales”. Pero como ya he dicho no creo que yo sea muy liberal, salvo por su cuarta acepción y algo de la quinta, pero agradezco al menos su originalidad.  En cualquier caso, si me lees y te parece mal lo que aquí digo, etiquétame y presume de ello.

Esta pequeña digresión autobiográfica, dentro del gran circunloquio de esta serie, viene a cuento de mi actitud en la vida pública con respecto a la política. ¿Por qué he permanecido a ella durante años? Pues porque muy pronto vi que discutir a estas personas sus ideas no nos llevaba a nada, especialmente entre personas que no nos dedicábamos a ello. Y vi que las personas de izquierdas tenían una serie de ideas y prejuicios muy arraigados que era imposible de contradecirles, por más que los hechos les contradijeran se mantenían en sus principios con una fe ciega. Por ello llegué a la conclusión que se trataba de una cuestión de fe, que era una religión sin Dios, pero no por ello menos mística. Así que tomé la decisión de entrar en un respetuoso silencio. Es decir, entré en un armario ideológico. En este sentido acabé entendiendo muy bien a mis amigos homosexuales que preferían vivir sus deseos con discreción. ¿Para qué meterse en discusiones que no llevan a ninguna parte?

Ya en este siglo, con la llegada de Facebook, decidí dejar de leer las homilías de mis numerosos amigos de izquierdas por la red. Si yo no les aleccionaba de ninguna manera, yo no tenía que leer aquellas opiniones que ni compartía ni me interesaban. Pero estando en eso, durante la infausta presidencia de ZP, surgió el 15M, las desgracias nunca vienen solas. A partir de ahí todo cambió. Si aquello se hubiese disuelto como un azucarillo no hubiera pasado nada, pero no fue así. La izquierda se fracturó y surgió Podemos. Este blog nació por ellos. Sin ellos no me hubiera metido a escribir de asuntos que nunca han formado parte de mi negociado. Cuando en 2015 tras las elecciones autonómicas y municipales empezaron a tener una presencia considerable, empecé a preocuparme. Y muchas de sus acciones posteriores me dieron la razón, a mi pesar. El clima político no me agradaba en exceso. Valoré seriamente irme de España. Vínculos afectivos me sugirieron que esperara a las elecciones generales. Afortunadamente pincharon y dividieron a la izquierda. No hay mal que por bien no venga, pensé entonces. Tras la involuntaria segunda vuelta, y viendo que el “problema Podemos” parecía enquistarse, pensé que era momento de tomar partido. Pensé en el famoso fragmento del sermón de Martin Niemöller, tantas veces atribuido erróneamente a Bertold Brecht.
«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío. Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar.» 

La izquierda maquis y los insultos.


“A menudo digo que hay tres preguntas que podrían destruir la mayor parte de los argumentos de la izquierda. La primera es: ¿comparado con qué? La segunda: ¿a qué coste? Y la tercera: ¿qué evidencia tienes? Hay muy pocas ideas de la izquierda que puedan responder a todo.”[1] Thomas Sowell.

El lunes siguiente de publicar el díptico de los autobuses, una amiga de izquierdas (disculpen el pleonasmo[2]) me reconvino por algunas cuestiones que trato en estos artículos. Ella sí cree en el derecho de Podemos a hacer ese autobús. Mi amiga pensaba que lo que dice y muestra ese autobús es parte de la libertad de expresión. Y que con ello insinuaban, pero que no decían nada directamente. En esta cuestión mi afecto hacia ella es directamente proporcional a lo en desacuerdo que estoy con ella.
***
En junio de 2016, el periodista Alfonso Rojo López fue condenado con una multa de 20.000€ por haber insultado al por entonces candidato a eurodiputado Pablo Manuel Iglesias Turrión en un par de debates televisivos y desde su cuenta de Twitter. La Audiencia Provincial de Madrid entendió que Rojo había cometido una intromisión ilegítima en el honor de Iglesias al utilizar expresiones vejatorias sin pruebas, de modo que sobrepasó el derecho a la libertad de expresión en el que se amparaba: "no existe el derecho al insulto", exponía la resolución.




La sentencia era clara y considero que justa. No puede prevalecer la libertad de expresión cuando se trata de expresiones claramente ofensivas, insultos y vejaciones. Otras sentencias similares han aparecido con conclusiones coincidentes. Entonces ¿qué pasa ahora? ¿Existe acaso una diferente vara de medir? ¿Lo de “chorizo, mangante y gilipollas” es peor que acusar a unas personas no están encausadas de mafia que dirige una trama corrupta para mantenerse en el poder? Pues casi me parecen más inofensivos e ingenuos los primeros adjetivos. Otra cuestión es que la denuncia sea una potestad de parte en la que yo no voy a intervenir. No conozco a los afectados, y de hecho algunas de esas personas no me caen especialmente bien, pero si cada uno de ellos quisieran denunciar esto no le podemos negar el derecho que como a todo ciudadano les asiste. Porque hasta a los ya condenados se les está atribuyendo un nuevo delito, y se les está sometiendo a un escarnio público que el algo que como pena no está contemplado en nuestro ordenamiento jurídico. Aunque en Irán, país con el que Podemos o alguno de sus miembros parece que sí han tenido algún trato comercial, sí existen los latigazos en público e incluso la lapidación. Quizás sea esto un camino de inicio. Esperemos que no.
Por otro lado es curiosa, por llamarla de alguna manera, la figura jurídica que Iglesias inventa para justificar la aparición de personas sin proceso legal abierto con otras investigadas o condenadas, y es la de “corrupción legal”. ¿Y eso qué es? Vamos a ver si podemos entenderlo con el caso de Monedero, más complejo que el suyo con aquella factura de las Granadinas que encontró Okdiario.
Juan Carlos Monedero parece ser que facturó unos trabajos por consultoría política que no declaró en su momento. ¿Por qué ese olvido? ¿Por qué ese retraso[3]? Además dicen que utilizó una sociedad pantalla para eludir la tributación. Y sacó esos fondos de una manera que no es como está establecida. Descapitalizó la sociedad sin tributar por ello. No sé yo casi nada de fiscalidad, pero ¿no habrán sido todos estos movimientos de Monedero algo parecido a un “fraude legal”? Sólo pregunto. En esta web, que creo que saben mucho más que yo, van un poco más lejos. Y si es así parece que en Podemos dan lecciones sin aplicárselas.

¿Por qué se retrasó tanto en presentar su declaración y después en mostrar la factura? ¿Y por qué no coincidían las cantidades?


Para mí es difícil encontrar la parte realmente racional del pensamiento podemita. Pueden decir que se trata de un problema mío, pero en general sus propuestas me parecen más apuestas emocionales que racionales. Y lo peor es que allí donde se han puesto en práctica nunca han funcionado. ¿Creen de verdad que esta vez va a ser la buena? Sólo le puedo dar explicación si lo veo como un hecho estrictamente religioso. El marxismo como religión humana. Aunque no voy a reducir a este dominante pensamiento sentimental a una única raíz exclusivamente marxista. Ni siquiera que sea algo heredado de la izquierda que nace con la Revolución Francesa. Creo que viene de mucho más atrás y que está mucho más extendido. Pero no por común es menos peligroso. Y les lleva a mostrar su irracionalidad de forma habitual en sus exabruptos espontáneos. Viven enfadados con el mundo que no se ha postrado ante su revelación. Y en sus invectivas es raro que no traten de rebatir al infiel añadiendo algún adjetivo despectivo innecesario en sus conocidas soluciones simples ante problemas complejos. Twitter es un medio perfecto para ellos. Ciento cuarenta caracteres son suficientes para desarrollar sus argumentos. ¡Y aún les sobra espacio!


Al comenzar esta serie advertía dos principios que sería prudente que acompañasen a la libertad de expresión en nuestras democracias liberales, a los que ahora añado un tercero:
1.      En democracia no deberíamos concebir la vida cívica como un campo de batalla.
2.      La libertad de expresión es un derecho. Anular las divergencias NO lo es.
3.      En democracia NO existe el derecho al insulto.
***
Es simpático ver como cuando aparecen encuestas electorales en las que se sigue confirmando la mayoría proporcional de “los viejos partidos” la izquierda maquis se escandaliza. “¿Pero ¿cómo es posible que exista aún tanta gente que sigue queriendo votar a esos y no se deciden por su redentora apuesta?” Y entonces siempre me acuerdo de un viejo chiste:
Un tipo notablemente ebrio se acerca a una señora muy poco agraciada: “Pero hay que ver qué fea eres”, le dice con su voz espesa, torpe y aguardentosa. La señora, sorprendida por la impertinencia, le increpa muy indignada: “¡Y tú eres un borracho asqueroso!” Y el dipsómano le replica: “Sí, eso es verdad, pero a mí esto se me quita mañana”.
Los viejos partidos, el PP al frente con toda su corrupción, son el borracho asqueroso, sin duda. Pero aquí la cuestión es que a Podemos su fealdad ideológica no se le quitará después de ninguna resaca. Y eso para ellos, y para nosotros, es un problema que no puede arreglar ni el mejor cirujano.



[1] “I’ve often said there are three questions that would destroy most of the arguments on the left. The first is: ‘Compared to what?’ The second is: ‘At what cost?’ And the third is: ‘What hard evidence do you have?’ Now there are very few ideas on the left that can pass all of those…” https://youtu.be/5KHdhrNhh88?t=3m46s
[2] Creo que todas mis amigas lo son. Casualmente con las tres de ellas que no lo eran ya no me hablo.
[3] Retraso que también sufriría la presentación de la factura que finalmente ni siquiera correspondería exactamente a la cantidad declarada. http://www.abc.es/espana/20150220/abci-monedero-explicaciones-201502201128.html

domingo, 7 de mayo de 2017

Más sobre la guerra de los autobuses, el marxismo cultural y la (de)generación Twitter: (Apuntes sobre los límites de la libertad de expresión en el ámbito de la esfera pública de las democracias liberales” o “Repíteme eso y te parto la cara, hijoputa”, 3ª parte.)





Creencia
De creer.
1. f. Firme asentimiento y conformidad con algo.
2. f. Completo crédito que se presta a un hecho o noticia como seguros o ciertos.
3. f. Religión, doctrina.
4. f. desus. Mensaje o embajada.
5. f. desus. salva (‖ prueba que se hacía de la comida y bebida).


Declarar como culpables a personas que no están acusadas formalmente, ni investigadas, ni juzgadas, ni condenadas, es un acto de profesión de fe. Y, por lo que se ve, la pena dictada por este supuesto tribunal es someter a escarnio público a sus adversarios en un autobús como nuevo sambenito. ¿Es acaso Podemos un nuevo Santo Tribunal de la Inquisición? ¿No habíamos acordado que en un estado aconfesional las creencias se quedan en casa?




¿Quiénes son esos chicos de Podemos y por qué están diciendo cosas horribles acerca de mí?
Llama la atención algunas presencias y ausencias en el Tramabús. Por eso me pregunto, ¿existirá un auténtico criterio racional en la elección de estas personas? ¿Por qué, si son un partido tan republicano y supuestamente antimonárquico, no aparece Iñaki Urdangarín? ¿Acaso descubrieron que su admirada Suecia es una… monarquía?
Entre los por ahora inocentes hay cuatro políticos. Tres son del PP. Esto se entiende perfectamente. Haya o no haya una trama organizada de corrupción, ellos son el principal enemigo a batir. Los dos únicos presidentes del Gobierno que han tenido y una de las mujeres más destacadas de este partido. Dos conservadores y una muy declarada liberal. Pero lo que realmente podría chocar es la presencia de Felipe González. Y pensando sobre ello encuentro cuatro motivos:
1.    Fue el que le quitó al PSOE la losa del marxismo para tratar de acercarlo a una socialdemocracia homologable al resto de las europeas. Por esto sea anatema.
2.    Por la gran corrupción del PSOE en su última etapa que produjo un gran desencanto en la izquierda, y trajo lo que para ellos fue la oscura etapa de Aznar. Por esto sea anatema.
3.    Está la cuestión de las “puertas giratorias”, asunto muy complejo que quizás desarrolle en otro momento. En cualquier caso, igualmente, sea por esto anatema.
4.    Y lo que mencionan directamente en su página web: “El Estado de derecho también se defiende desde las alcantarillas.” Es curioso que esto sea motivo de escándalo para un partido en el que algunos de sus fundadores fueron asesores de un gobierno que ha convertido el Estado de derecho de su país en una completa alcantarilla. Tal vez vean más razonable defender el Estado de derecho desde un autobús (siempre que no sean otros lo que lo hagan). Pero realmente la cuestión es la maniquea relación que arrastramos desde el franquismo entre gran parte de la izquierda política y la lucha armada. Disculpa si te resulta egotista que me cite, pero en este caso me remito a lo que ya dije en La izquierda maquis y el nacionalismo excluyente: una apasionada relación sentimental[1]. Porque con el terrorismo, con todos los errores que pudo cometer, y que sin duda cometió, Felipe González actuó como un hombre de Estado. Y esto, desde la izquierda partisana, no puede entenderse.
También es curioso que incluyan a dos periodistas que han sido tremendamente rivales. ¿Insinuarán acaso que sus polémicas son falsas para ocultar sus corruptas afinidades?




La mujer del César…

"No basta que la mujer del César sea honesta; también tiene que parecerlo." Julio César según Plutarco en Vidas paralelas.

Pero desplacemos la mirada del exterior del autobús hacia sus ocupantes.
Desde un primer momento la formación política Podemos ha estado bajo sospecha por su financiación. Pero ¿qué sabemos objetivamente?
En el año 2013 Mahmoud Alizadeh, empresario iraní fundador de Hispan TV, sacaría a un treintañero profesor interino de la Complutense con ínfulas de comunicador, Pablo Iglesias, de una pequeña emisora local alternativa de escasos medios, Tele K, en la que presentaba un pequeño programa de escasa difusión, La Tuerka, y le ofreció poder emitir con más medios. Desde entonces han existido rumores sobre una supuesta financiación de la República Islámica de Irán a Podemos. Pero por ahora parece ser que todo sigue ahí.

Por otro lado, tenemos que el 11 de marzo de 2014 el Ministerio del Poder Popular de Economía, Finanzas y banca Pública de la República Bolivariana de Venezuela, a través del banco Euro Pacific Bank de San Vicente y las Granadinas, pagó 272.325 dólares a Pablo Iglesias en concepto de “Asesorías en el Desarrollo Social en el país”. Ante la publicación de esta transacción por Okdiario.com Pablo Iglesias les interpuso una demanda por una supuesta “intromisión ilegítima en el honor y la dignidad”. La demanda fue desestimada y Pablo Iglesias obligado a pagar las costas. Curiosamente el director de este diario, Eduardo Inda, es uno de los que aparece en el autobús sin estar actualmente condenado ni investigado por corrupción.
En el mismo autobús viaja dando lecciones de moral el reaparecido profesor Juan Carlos Monedero. ¿Esperará que hayamos olvidado su descuido al no declarar en 2013 los 425.150 euros que había cobrado a través de una sociedad instrumental creada posteriormente, por unos supuestos trabajos realizados tres años antes para una hipotética moneda única en eso que llaman “Latinoamérica”[2]? ¿Habrá olvidado las numerosas irregularidades en las que incurrió al hacerlo sin la autorización de la Universidad de la que es titular y no compartir el porcentaje que por ley le corresponde?[3] ¿Y por qué tardó tanto en mostrar la factura que supuestamente justificaba este pago y que mostraba además un desfase de 150€?[4]
No voy a extenderme con la rentabilidad que le sacó Ramón Espinar a su piso de protección oficial que compró gracias a un préstamo familiar. Préstamo que no tendría importancia si no resultara que es familiar directo de uno de los miembros de la casta de las tarjetas Black, que casualmente no aparece en el autobús. Tal vez esto sea algo que de alguna manera imprima carácter.
Ni me voy a detener en exceso en el pobre Íñigo Errejón, que ha caído en desgracia en el partido, por el que ahora aparece poco, como poco aparecía por la Universidad de Málaga que le pagaba una beca que parece ser que apenas se ganaba, mientras se ganaba un extra incompatible por ley asesorando a Podemos.
Ni en lo de Echenique y su cuidador, al que pagaba en negro…
Bueno, voy a parar, que voy a llenar un autobús. Que si sigo así va a parecer que estoy hablando de los miembros de una trama mafiosa corrupta que trata alcanzar el poder sin pagar impuestos y cobrando dineros públicos, hasta de países sospechosos, sin mucha justificación. Y no es eso, no, de ninguna manera. Los de Podemos vienen a salvarnos de todo eso. Ellos son… otra cosa.



El autobús de HazteOír, el Tramabús y la libertad de expresión.

"Los medios de comunicación, por lo menos una parte, tienen que tener mecanismos de control público." Conversación con Pablo Iglesias, libro-entrevista de Jacobo Rivero.

Me cuesta no ver discriminación por parte del Ayuntamiento de Madrid en el trato a ambos autobuses. Los motivos aducidos también tienen muy poca explicación. Para la inmovilización del bus de HazteOír se alegó inicialmente la ordenanza de publicidad. En su artículo 2, referido a “medios de expresión publicitaria no autorizada”, se indica que “se prohíbe la publicidad en cualquier tipo de vehículo o remolque, en circulación o estacionado, excepto la que se realice en los vehículos destinados al transporte público”. En ninguno de los dos había publicidad comercial, no se vendía nada. Los de HazteOír regalaban un libro, no lo vendían. Ver en aquello contenido “elegetebefóbico” (bendito palabro) o que “incitaba al odio” no ha quedado muy claro. De hecho, no lo vieron así ninguno de los juristas consultados por la agencia Europa Press[5]. Sin embargo el autobús fue multado hasta tres veces por el Ayuntamiento pese a los cambios que efectuaron atemperando su mensaje. Por otro lado, aceptaron el de Podemos (casualmente partido hermano del que gobierna en el Ayuntamiento) porque el Consistorio consideró que en este caso no se infringía la normativa municipal, porque no vendía productos ni tenía un fin lucrativo. Curiosamente en el acto de presentación del Tramabús, Podemos promocionó el libro de Rubén Juste, Ibex 35: Una historia herética del poder en España. Libro que sí se vendía.

¿Libertad, para qué?[6]

“—No hay libro tan malo —dijo el bachiller—, que no tenga algo bueno.”[7] Segunda parte de Don Quijote de la Mancha, capítulo III. Miguel de Cervantes.

No voy a decir que el diferente trato dado al autobús de HazteOír y al de Podemos sea prevaricación, de ninguna manera, pero tiene algo que no sé qué es que se le asemeja bastante. Lo que sí podría parecer con la estrategia del Tramabús es que Pablo Iglesias la presunción de inocencia le importa un comino, le importa un pimiento, le importa un huevo, le importa un rábano o le importa un pepino. O con otras fórmulas más directas según su magisterio: se la trae floja, se la suda, se la trae al fresco, se la pela, se la refanfinfla e, incluso, adaptándolo perfectamente a su estilo: se la bufa. Pero no, no voy a decir eso, no, creo que es algo mucho más propio de su condición de macho alfa de su manada. Con esto del autobús de la supuesta trama a mí me da la sensación de que Pablo Iglesias y sus secuaces, con tal de tratar de beneficiarse con ello para sus intereses de casta, se pasan la presunción de inocencia por el forro de los cojones. Y eso en democracia no es muy prudente.






 [6] Conclusión en la respuesta de Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, al socialista español Fernando de los Ríos al preguntarle cuándo daría libertad a los ciudadanos rusos.
[7] Segunda parte de Don Quijote de la Mancha, capítulo III. Miguel de Cervantes. Se trata de una máxima que Plinio el Joven atribuye a su tío Plinio el Viejo; llegó a ser un lugar común en el Renacimiento.

sábado, 6 de mayo de 2017

La guerra de los autobuses, el marxismo cultural y la (de)generación Twitter: ("Apuntes sobre los límites de la libertad de expresión en el ámbito de la esfera pública de las democracias liberales” o “Repíteme eso y te parto la cara, hijoputa”,2ª parte.)


“Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa.” Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.


Como no tengo exigencias de plazos de entrega, y dispongo de la libertad formal que me brinda ser un paria social, dos valores que no son frecuentes en la prensa escrita[1], antes de meterme en la cuestión mollar de este asunto (el origen de la transexualidad) voy a hacer una digresión sobre el medio físico con el que se inició esta polémica. Aunque, por mi ritmo, todo esto ya se encuentre en la segunda fase de un suceso que ha sido noticia[2].

Bus Wars.
La guerra de los autobuses empezó hace algo menos de una década. El 20 de junio de 2008, la escritora y humorista británica Ariane Sherine publicó un artículo[3] relacionado con una campaña que una web cristiana evangélica, JesusSaid.org, mantenía en los laterales de los autobuses de Londres. En el texto Sherine abría una colecta que recaudaría fondos para iniciar una contracampaña atea. El lema sería: "Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y sigue adelante con tu vida.[4]" En los meses siguientes esta campaña se extendería de forma viral por varios países de Occidente. Por las características propias del país crearía una especial polémica en Italia. Y al llegar a España también tuvo una respuesta. Tanto evangélicos como católicos respondieron.
Hasta ahí todo bien. Acción, reacción, igual y contraria en sentido opuesto: nada que objetar.




El BassiBus.

Con menor repercusión internacional, pero no con menor ánimo de polémica habría que recordar que el bufón Leo Bassi, con un concepto más cercano al del bus turístico, llevó a cabo desde 2004 un espectáculo itinerante que denominó BassiBus, desde el que denunciaba corrupciones eminentemente urbanísticas. 
Posiblemente el recorrido que tuvo más difusión fue el que realizó en Madrid en el año 2011.




Desde 2008 HazteOír.org ha retomado la idea del autobús activista en al menos dos ocasiones más. Tanto en las elecciones de 2015 contra la candidatura de Cristina Cifuentes, como ahora en respuesta a la campaña de la asociación Chrysallis en la que tendría también una respuesta por parte de un programa de televisión. Esta organización también exportaría su autobús a Estados Unidos[5] generando también una cierta polémica.



Durante 2016 y parte de 2017, con motivo del referéndum del llamado Brexit, en el Reino Unido también se desata una pequeña guerra de autobuses. Los partidarios de la salida crearon un autobús en el que exageraban la cifra de lo que les costaba pertenecer a la Unión Europea. Aprovechando que estaba aparcado frente al palacio de Westminster los activistas de Greenpeace lo sobrerrotularon, permitiendo que en el espacio blanco de las grandes letras los ciudadanos pegaran preguntas sobre lo que esto les supondría. Pero esto es otra historia.

Posteriormente, ya de forma oficial, nos enviarían un autobús explicativo de lo que esperan que pase.


La “busploitation”.

“…los fascistas se dividen en dos categorías: los fascistas y los antifascistas.”[6] Ennio Flaiano.

El 17 de abril de 2017, justo 49 días después de la presentación del autobús de HazteOír, Pablo Iglesias con algunos miembros de la formación política Podemos se reapropia la idea y crea el Tramabús. Aunque la acción parece que no es bien recibida entre todos los miembros de la agrupación[7]. En cualquier caso esta campaña no tiene una respuesta callejera contraria con la misma virulencia que la del autobús naranja, una vez más actúa la bula social del marxismo cooltural. Su impacto se limita más bien a Twitter, la gran barra de bar contemporánea, y demás medios de comunicación tradicionales y digitales.
En una primera vista el autobús de Podemos, en relación con la libertad de expresión, presenta varias aristas difíciles de limar. Si me limito a lo que aparece en el autobús (de la misma forma que he hecho con el de HazteOír) leo un texto en mayúsculas y sin puntos que dice lo siguiente:

UN VASO ES UN VASO
UN PLATO ES UN PLATO
UNA MAFIA ES UNA MAFIA
LA TRAMA CORRUPTA SE MANTIENE EN EL PODER
RECORTANDO NUESTRO DERECHOS Y SAQUEANDO NUESTRO PAÍS



Tomo aire y prosigo. ¿Mafia? ¿Trama corrupta que saquea?[8] Mejor recuerdo los significados exactos de esas palabras según el diccionario de la RAE.

Mafia
Del it. mafia.
1. f. Organización criminal y secreta de origen siciliano.
2. f. Cualquier organización clandestina de criminales.
3. f. despect. Grupo organizado que trata de defender sus intereses sin demasiados escrúpulos. La mafia del petróleo.
4. f. P. Rico. Engaño, trampa, ardid.

Trama
Del lat. trama.
1. f. Conjunto de hilos que, cruzados y enlazados con los de la urdimbre, forman una tela.
2. f. Especie de seda para tramar.
3. f. Artificio, dolo, confabulación con que se perjudica a alguien.
4. f. Disposición interna, contextura, ligazón entre las partes de un asunto u otra cosa, y en especial el enredo de una obra dramática o novelesca.
5. f. Florecimiento y flor de los árboles, especialmente del olivo.
Corrupto, ta
Del lat. corruptus.
1. adj. Que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. U. t. c. s.
2. adj. desus. Dañado, perverso, torcido.
Saquear
De saco y -ear.
1. tr. Dicho de los soldados: Apoderarse violentamente de lo que hallan en un lugar.
2. tr. Entrar en una plaza o lugar robando cuanto se halla.
3. tr. Apoderarse de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda en algún sitio.


Acusados sin causa.

“Nosotros decidimos quién es judío y quién no.”
Frase atribuida a Joseph Goebbels[9].

Las imputaciones que se exponen en el autobús no son ligeras. Pero, ¿son ciertas?
Se eligieron a trece personas, el mismo número de personas que estaban en la Última Cena. No respetaron la paridad de sexos, sólo aparece una mujer. Y, de los que aparecieron inicialmente en los laterales, sólo tres tienen sentencia firme por delitos relacionados con la corrupción. Otros cinco sólo están siendo investigados (cuando salió el bus eran cuatro, Villar Mir se sumaría pasada una semana). Uno de los imputados, Jordi Pujol, ha reconocido abiertamente haber cometido fraude fiscal. En cualquier caso, los sentenciados ya están cumpliendo su condena. Y los investigados están ejerciendo su legítimo derecho a la defensa. Por más que estemos convencidos de su culpabilidad, sin sentencia firme tienen derecho a la presunción de inocencia. Así está establecido en nuestro sistema jurídico y en todas las democracias liberales. Y más aún los otros seis, que ninguno tiene pendiente proceso alguno por esta clase de delitos.
En la Declaración Universal de los Derechos Humanos se proclama la presunción de inocencia para personas sobre las que pesa alguna acusación. Pero ¿qué pasa si ni siquiera estás acusado formalmente de nada y se te expone públicamente como si lo estuvieras, mezclándote entre imputados y condenados? ¿Tienen acaso los de Podemos alguna prueba de que sin estar ni siquiera acusados estás personas pertenecen realmente a una mafia? Y si la tienen, ¿por qué no hacen una denuncia oficial por los canales legalmente establecidos? Y si no tienen pruebas ni lo denuncia porque no las tienen, si sólo son suposiciones, ¿no podría ser esto una injuria o difamación colectiva? De hecho, ¿tienen pruebas que los que están condenados con sentencia firme hayan actuado de forma coordinada en la comisión de estos delitos? ¿O es que no estamos viviendo en un Estado de derecho en el que está vigente la presunción de inocencia? ¿O es que los que han creado este autobús, en un inesperado giro del principio jurídico, piensan que ellos tienen la autoridad moral de designar a personas como culpables mientras no se demuestre lo contrario? ¿Es que acaso tendríamos que temer que si alcanzasen el poder ellos determinarían quién es corrupto y quién no lo es sin previo juicio? ¿Están los de Podemos en la misma línea de Goebbels cuando afirmaba que ellos decidían quiénes eran judíos y quienes no?
*** 
Espero que no sea así, porque esto sería muy peligroso.




[1] Los valores son la libertad de entrega y la de expresión, lo de ser un paria social, en algunos casos, sí es compartido.
[2] Primera fase: el hecho es noticia, despierta un interés general. Segunda fase: todo el mundo da su opinión con o sin fundamento, hasta que pasa de moda. Tercera fase: se convierte en algo pasado, puede incluso olvidarse, sólo despierta interés al que estudia el fenómeno. La primera fase se llama periodismo, la tercera es historia. La segunda es la que no tiene nombre, la que a nadie le interesa, la perdición de los hombres, la que miente cuando besa. Ya lo sabes. Yo soy… esa.
[4] "There's probably no God. Now stop worrying and get on with your life."
[5] http://www.eldiario.es/sociedad/Hazte-Oir-transfobo-Nueva-York_0_625387760.html
[6] “In Italia i fascisti si dividono in due categorie: i fascisti e gli antifascisti.” Frase, eliminando la limitación geográfica, atribuida frecuentemente a Oriana Fallaci, pero que en realidad es de Enio Flaiano, aunque ella la popularizó al citarla en su libro La rabia y el orgullo.
[7] http://www.elplural.com/politica/2017/04/18/los-errejonistas-avergonzados-por-el-tramabus-de-iglesias
[8] Lo de “recortar derechos” lo dejo para otra serie de artículos, porque hacerlo ahora sería ya un exceso.
[9]  El director de cine Fritz Lang contaba que recibió una oferta de Joseph Goebbels, ministro del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda, que le convertiría en el cineasta oficial del régimen, al tratar de excusarse aludiendo a un cierto origen judío por parte de madre, éste le contestó: “Nosotros decidimos quienes son arios.”  https://youtu.be/D9AqC19EKjE