sábado, 22 de julio de 2017

“Breve compilación de teorías y definiciones del fenómeno trans desde la perspectiva eurocentrista”: Trans, I.

“—El niño que nace con pene es varón, y así queda registrado en el Registro Civil.
—¡Que no, que no, señor Arsuaga! Es una pena que no tengamos un biólogo con nosotros. La biología, lo hemos comprobado los científicos (sic), lo niega. El género está en el cerebro, no en los genitales. ¡Puede haber niños con vulva!”
Transcripción de un fragmento de la entrevista en La Sexta Noche del periodista Iñaki López a Ignacio Arsuarga, presidente de HazteOir.org el 11 de marzo de 2017.

Decía en el primer artículo de esta serie[1] que en la noche del 11 de marzo de 2017 me disponía a ver una película en televisión. Pero por casualidad, zapeando antes de entrar en mi plataforma de streaming, vi que iban a entrevistar al responsable principal del autobús de la polémica. Sentí que me decían ven… y lo dejé todo.
No me lo esperaba. Aquello no fue nada neutral. El presentador iba a degüello contra el invitado. La actitud de Iñaki López hacia Ignacio Arsuaga me recordó más una sesión de tercer grado que a otra cosa. El periodista ya tenía la sentencia, sólo quería que el acusado le confirmara la confesión. Iñaki López hacía preguntas sin necesitar las respuestas, porque él ya poseía la verdad del asunto. Parecía querer sólo reafirmarse por encima de lo que él creía que eran inconsistencias escandalosas de su supuesto entrevistado. Y todo aquello generó mi curiosidad. De hecho hubo varias frases del periodista que me llamaron especialmente la atención: "Usted lo que pide es que los profesores eduquen a sus hijos en base a hechos ideológicos que ustedes se han inventado y que no existen". Y “la ideología de género es ciencia”. Ambos presentaban realidades opuestas y parecían convencidos de ello. ¿Lo de Arsuaga era una mera creencia como sugería Iñaki López? ¿Era ciencia contrastada lo que afirmaba el periodista? ¿O realmente era una ideología interesada como rebatían los de HazteOir? ¿Qué era creencia? ¿Qué era ideología? ¿Y qué era ciencia?
Tuviera o no tuviera razón, no me gustó nada el trato de superioridad moral del periodista al entrevistado. Me recordaba la actitud de los abusadores. Sé lo que es sufrir el bullying. Y a Arsuaga desde ese momento se le sometió a un maltrato persistente y obstinado. Incluso unas semanas después se le llegó a hackear su ordenador por parte de unos ciberdelincuentes. Y todo por sólo decir lo que pensaba. ¿Es que acaso no hay libertad de pensamiento? Aunque sólo sea una creencia infundada. ¿Es que no tenía derecho a expresarla? ¿Y si lo de Iñaki López fuera también sólo una creencia? De todas formas sigo manteniendo lo que llevo repitiendo desde hace meses:
NO existe el derecho a anular las divergencias.
En cualquier caso, es cierto que yo no había leído nada respecto al asunto de la transexualidad o del transgénero. Ni siquiera conocía profundamente a nadie que lo fuera. Si quería hacerme una idea tendría que informarme por mi cuenta. En este debate los dos pensaban que era el otro el que se equivocaba. Y yo no creía ni una ni otra cosa, porque la verdad es que era un asunto que ignoraba por completo. Así que sentí que tenía la obligación de aclararlo. Y eso empecé a hacer. Quería saber qué se había investigado sobre transexualidad y transgénero en estos años. Y confirmar si ya existían esos datos concluyentes que el periodista afirmaba con tanta vehemencia y rotundidad, o no. Y con eso me puse.
Nunca pensé que me iba a llevar tanto tiempo.

En el principio ya era la Palabra…
“¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!”[2]
Eternidades, 1918. Juan Ramón Jiménez.

En 1868 un escritor húngaro, Karl-Maria Kertbeny[3], inventa con acierto la palabra homosexualidad, orientación sexual que él considera que se trata de una condición innata e inmutable. No aporta evidencia científica alguna de por qué piensa que esto es así, pero al menos contribuye con una palabra para poder nombrar al fenómeno, lo que no es poco. Aunque no está vinculado estrictamente al fenómeno del transgénero, comienzo la disertación con este protoactivista porque inaugura algo que es importante en todo el entorno LGTB[4][5], que es la tendencia a nominar adoctrinando, que ha sido muy útil a su causa, ya que con ello siempre te pueden remitir a informarte a sus propias fuentes. Crean el concepto y le dan autoridad en un mismo acto. Eso sí, con una prevalencia de lo emocional sobre lo racional. Las pruebas científicas son secundarias a lo que se siente, que es lo que para ellos importa. Y también me parece significativo mencionarlo porque es de justicia reconocer que fueron los homosexuales masculinos los que estuvieron desde el principio en la vanguardia de la defensa de todas las sexualidades alternativas a la… heteronormativa (usemos su lenguaje).
***
Todo análisis de la realidad dependerá de la posición desde que la observemos y de los datos que esa situación nos ofrezca. Si miramos un dado de forma totalmente perpendicular podríamos decir que es un cuadrado blanco con un punto en el medio. Otra persona, situada en un ángulo opuesto dirá que no, que tiene seis puntos. Incluso, si lo mira de cerca, dirá que no es exactamente cuadrado, ya que tiene las esquinas redondeadas. Pero si hay alguien que los mira sobrevolando dirá que ambos se equivocan, porque lo que están mirando es un cubo con diferentes puntos en cada lado.
La sexualidad, como todo hecho de la vida humana, tiene unos componentes que son universales, forman parte de nuestra evolución como especie, y son comunes en su lado más básico incluso con otros animales. Y por otro lado tenemos otras expresiones locales, más complejas, que se van conformando a través de generaciones en los diferentes grupos humanos. Estos son los aspectos folclóricos de la sexualidad que representan los usos y las costumbres tribales.
Relacionado con el asunto de la transexualidad tenemos en el mundo y a lo largo de la historia muchas manifestaciones locales que expresan esta cuestión. Así tenemos hijras en la India, kathoeys en Tailandia, berdaches en América del Norte, muxes zapotecas, fa'afafines en Samoa, māhūs en Hawái, vírgenes juramentadas en los Balcanes…
El presente artículo no pretende hacer un estudio antropológico de estas realidades periféricas, sino un repaso historicista de la transexualidad y del transgénero desde las corrientes principales de la cultura europea, y de lo que posteriormente se irradia de esto hacia todo Occidente. Y, en especial, a la lucha por controlar el lenguaje y sus significados en la lucha de poder que este hecho ha generado.
El mundo actual ha favorecido que todos los puntos de vista sobre todas las realidades puedan comunicarse y desdecirse en tiempo real. Y lo malo es que esto se produce en unos tiempos en los que el exceso de información está llevando a la mayor parte de las personas a tener unas nociones extensas de lo que pasa, pero de forma superficial. Se sobrevuela sobre la realidad como el que recorre el mundo desde Google Earth. Se ve todo de forma general, pero sin profundizar en los detalles. La enseñanza y la profesionalización, además, hace que las personas de los países más industrializados se especialicen, haciendo que su conocimiento quede cada vez más reducido a una pequeña parcela. La ignorancia global crece. De ahí el éxito de las ideologías como nuevas religiones, ya que permiten tener respuestas ya pensadas por otros a cuestiones sobre las que no hemos tenido tiempo ni ganas de reflexionar.

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¿Qué hace una chica como tú en un cuerpo como ese?[6]: Creencias, sentimientos, opiniones y argumentos.
“Lo más terrible de este mundo es que todos tiene sus razones.” La regla del juego, Jean Renoir.

Nota: Como sé que en estos tiempos de Twitter de respuestas sencillas antes problemas complejos es muy difícil que nadie te lea mucho más allá de un folio, lo que viene a partir de ahora te lo puedes saltar, si tienes pereza lectora, y retomar el texto cuando ponga en negrita y en mayúscula “POPULIST MODE ON”. Porque a partir de ahora comienza el…

GAFAPASTA/NERD MODE ON.

Karl-Maria Kertbeny, Karl-Heinrich Ulrichs y Magnus Hirschfeld: tres pioneros. 
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Voy a tratar de atenerme a los hechos. Las conclusiones que pueda tener las voy a diferenciar con claridad. Pero lo principal será que puedas disponer de una escueta relación de las principales líneas de investigación que se han dado a conocer sobre el asunto del transgénero, y puedas seguir la investigación por tu cuenta. Y digo escueta porque este asunto es muy extenso y complejo.  Daría para un grueso volumen, incluso más. Así que estos apuntes tratan tan sólo de sobrevolar la punta del iceberg, porque por mucho que lo resuma y simplifique, como decía André Bazin, no voy a tener tiempo de ser breve:
El presente artículo tratará de forma preferente la cuestión transgénero. No sobre homosexualidad (aunque aparezca en varios momentos, por la indefinición inicial del fenómeno) ni sobre intersexo (aunque hay quien considere el transgénero una sutil variante cerebral del intersexo). Este último asunto sí lo trataré posteriormente ya que una supuesta bióloga ha intervenido en este debate aludiendo a ello, pero realmente introducirlo distorsiona el tema central. Si entendemos como transgénero a aquellas personas que sostienen que se sienten (incluso que son) de un sexo diferente al que les ha correspondido de forma cromosómica sin ninguna clase de síndrome que lo perturbe.
Los primeros acercamientos científicos a los trastornos de identidad sexual aparecen en la Europa occidental a mediados del siglo XIX, siempre asociados a la psiquiatría[7].
En 1870, Karl-Heinrich Ulrichs, formado en derecho y teología, recopila y publica Estudios sobre el misterio del amor masculino[8]. Y con ello se convierte en el primer activista de los derechos de los homosexuales con cierta proyección. Ulrichs se definía a sí mismo como uranista (lo que posteriormente se llamaría trangénero). Fue el que popularizó la célebre expresión anima muliebris virili corpore inclusa (alma de mujer encerrada en un cuerpo de hombre). Ulrichs es el padre del discurso en defensa del entorno homosexual y de definir todas sus variantes. Y también sin apoyarse en ninguna clase de evidencia científica, como ya lo hiciera Kertbeny, sostiene la idea de que esta tendencia era un hecho natural y biológico.
El primer médico de renombre que defendió positivamente la transexualidad (y la homosexualidad en general) con repercusión internacional, y que además era partidario de intentar una reasignación de sexo para estas personas, fue Magnus Hirschfeld, aunque con resultados poco prometedores[9]. Hirschfeld, que también era homosexual, atribuía su origen a una cuestión hormonal. Una de sus grandes aportaciones fue escribir en 1910 el primer libro sobre lo que él llamaría “travestismo”[10], y que finalmente fijaría el término. En cualquier caso, no podemos negar que Hirschfeld fue un pionero en muchas cuestiones: creó la primera asociación defensora de los derechos de los homosexuales; cofundó la primera organización sexológica; publicó la primera revista de sexología (en la que llegaría a colaborar Sigmund Freud); creó el primer Instituto de sexología y el primer museo; organizó el primer congreso sexológico internacional y es uno de los fundadores de la Liga Mundial por la Reforma Sexual en 1920. Se trata del primer gran científico estudioso en exclusiva de la sexología y uno de sus grandes difusores internacionales. Por todo esto podríamos decir que Magnus Hirschfeld es el padre de la Sexología científica. Aunque tampoco pudo probar nada.

Ella fue la primera…
Hasta este momento, como hemos visto, las referencias al fenómeno transexual[11] habían llegado desde el entorno homosexual y masculino. Tanto como concepto, como por la procedencia de sus investigadores más preeminentes. Los acontecimientos que provocaron la Segunda Guerra Mundial, el auge de los totalitarismos, crearon un paréntesis de silencio durante años sobre estos asuntos. Hasta que en 1949 la publicación del libro El segundo sexo de Simone de Beauvoir supone un pequeño terremoto social en las naciones occidentales en aquellos años de posguerra. El libro plantea abiertamente por primera vez la cuestión del sexo como construcción social. En el capítulo primero de la cuarta parte escribe una frase que será esencial para entender muchos movimientos posteriores: "On ne naît pas femme: on le deviant.”[12]:
«No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como femenino.»[13]
Aunque el libro trata esencialmente sobre la cuestión femenina (o realmente sobre si es real que eso exista), también toca tangencialmente el asunto de lo que ella llama el “tercer sexo” (ya que no los considera ni hombres ni mujeres, sino otra cosa). Beauvoir cree que puede tratarse de una cuestión hormonal, aunque reconociendo que en ese momento aún no se disponían de evidencias científicas para poderlo afirmar con rotundidad:
“En la Humanidad, como en la mayor parte de las especies, nacen aproximadamente tantos individuos de uno como de otro sexo (100 niñas por 104 niños); la evolución de los embriones es análoga; sin embargo, el epitelio primitivo permanece neutro durante más tiempo en el feto hembra; de ello resulta que está sometido más tiempo a la influencia del medio hormonal y que su desarrollo se encuentra invertido con mayor frecuencia; la mayoría de los hermafroditas serían sujetos genotípicamente femeninos que se habrían masculinizado ulteriormente: diríase que el organismo macho se define de repente como macho, en tanto que el embrión hembra vacila en aceptar su feminidad; empero, estos primeros balbuceos de la vida fetal son todavía muy poco conocidos para poder atribuirles un sentido.”[14]

Recapitulando.
La definición del hecho transexual en Occidente ha sido un proceso lento, y fue en un inicio de la mano de la homosexualidad masculina.
En esta primera fase, de mediados del siglo XIX a mediados del XX, vemos dos puntos de vista ya diferenciados:
Por un lado, la corriente principal, están los que mantienen que la orientación sexual es una cuestión genética u hormonal con la que ya nacemos. Eso sí, no aportan evidencias científicas concretas.
Y, por otro lado, con Simone de Beauvoir aparece el primer añadido importante. No niega una posible alteración genética en el caso de los llamados por entonces hermafroditas (mujer en cuerpo de hombre). Pero propone por primera vez una supuesta superioridad de la influencia ambiental por encima de la hormonal o genética en las diferencias de los roles masculinos y femeninos. Y esto tendrá un peso esencial en todo lo que vendrá después, tanto para el feminismo de la segunda ola, al que se anticipó, como para al de la tercera, con el que aún con críticas comparte todavía algunos aspectos de su visión. Y con esto la polémica que surge con respecto al transgénero es si se nace o se hace. ¿Es razonable que el transexual nazca con su género marcado en el cerebro, aunque sea diferente a su sexo biológico, y sin embargo en la mujer, que sí concuerda su sexo con su género, tenga que construirse?
De esto, y muchas otras cosas más, seguiré hablando en los próximos artículos.



[2] Lo de la jota en inteligencia no es una errata, como ya sabrás si conoces algo de las peculiaridades ortográficas de Juan Ramón Jiménez.
[3] Karl Maria Kertbeny, Schriften zur Homosexualitätsforschung, 1869. Aunque el término y lo utiliza un año antes en una carta privada en la que también aparece por vez primera el término heterosexual.
[4] “Entorno LGTB”, perífrasis que ya entendemos de forma global y aceptamos como algo que existe y acotamos. Otra aportación lingüística de la comunidad.
[5] LGTB, LGBT, GLBT, LGBTQ, LGBTI, LGTB+, LGBTQIA… Y muchas más variantes. En esto sí que no han logrado ponerse de acuerdo.
[6] O chico, no añadamos más arrobas al peso del espídico péndulo de esta historia.
[7] Curiosamente ni Wilhem Wundt, padre de la psicología científica, ni Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, trataron este asunto de forma específica.
[8] Karl-Heinrich Ulrichs . Forschungen über das Räthsel der mannmännlichen Liebe, 1870.
[9] Fue responsable de las sucesivas operaciones de la famosa transexual Lili Elbe que acabarían con fatales consecuencias.
[10] Hirschfeld, Magnus (1910). Die Transvestiten. Berlín: Pulvermacher.
[11] Aún no había aparecido la idea de género.
[12] Dos traducciones propuestas: "No se nace mujer: llega una a serlo". O bien: “La mujer no nace, se hace.”
[13] Simone de Beauvoir. El segundo sexo. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1969. Traducción de Pablo Palant. P.109
[14] Ibíd, p.13.

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