“—El niño que nace con pene es varón, y así queda registrado
en el Registro Civil.
—¡Que no, que no, señor Arsuaga! Es una pena que no tengamos
un biólogo con nosotros. La biología, lo hemos comprobado los científicos
(sic), lo niega. El género está en el cerebro, no en los genitales. ¡Puede
haber niños con vulva!”
Transcripción de un
fragmento de la entrevista en La Sexta Noche del periodista Iñaki López a
Ignacio Arsuarga, presidente de HazteOir.org el 11 de marzo de 2017.
Decía en el primer artículo de esta serie[1]
que en la noche del 11 de marzo de 2017 me disponía a ver una película en
televisión. Pero por casualidad, zapeando antes de entrar en mi plataforma de
streaming, vi que iban a entrevistar al responsable principal del autobús de la
polémica. Sentí que me decían ven… y lo dejé todo.
No me lo esperaba. Aquello no fue nada neutral. El
presentador iba a degüello contra el invitado. La actitud de Iñaki López hacia
Ignacio Arsuaga me recordó más una sesión de tercer grado que a otra cosa. El
periodista ya tenía la sentencia, sólo quería que el acusado le confirmara la
confesión. Iñaki López hacía preguntas sin necesitar las respuestas, porque él
ya poseía la verdad del asunto. Parecía querer sólo reafirmarse por encima de
lo que él creía que eran inconsistencias escandalosas de su supuesto entrevistado.
Y todo aquello generó mi curiosidad. De hecho hubo varias frases del periodista
que me llamaron especialmente la atención: "Usted lo que pide es que los
profesores eduquen a sus hijos en base a hechos ideológicos que ustedes se han
inventado y que no existen". Y “la ideología de género es ciencia”. Ambos presentaban
realidades opuestas y parecían convencidos de ello. ¿Lo de Arsuaga era una mera
creencia como sugería Iñaki López? ¿Era ciencia contrastada lo que afirmaba el
periodista? ¿O realmente era una ideología interesada como rebatían los de
HazteOir? ¿Qué era creencia? ¿Qué era ideología? ¿Y qué era ciencia?
Tuviera
o no tuviera razón, no me gustó nada el trato de superioridad moral del
periodista al entrevistado. Me recordaba la actitud de los abusadores. Sé lo
que es sufrir el bullying. Y a Arsuaga desde ese momento se le sometió a un
maltrato persistente y obstinado. Incluso unas semanas después se le llegó a hackear su ordenador por parte de unos ciberdelincuentes. Y todo por sólo decir
lo que pensaba. ¿Es que acaso no hay libertad de pensamiento? Aunque sólo sea
una creencia infundada. ¿Es que no tenía derecho a expresarla? ¿Y si lo de
Iñaki López fuera también sólo una creencia? De todas formas sigo manteniendo lo
que llevo repitiendo desde hace meses:
NO existe el derecho a anular las
divergencias.
En
cualquier caso, es cierto que yo no había leído nada respecto al asunto de la
transexualidad o del transgénero. Ni siquiera conocía profundamente a nadie que
lo fuera. Si quería hacerme una idea tendría que informarme por mi cuenta. En
este debate los dos pensaban que era el otro el que se equivocaba. Y yo no
creía ni una ni otra cosa, porque la verdad es que era un asunto que ignoraba
por completo. Así que sentí que tenía la obligación de aclararlo. Y eso empecé
a hacer. Quería saber qué se había investigado sobre transexualidad y
transgénero en estos años. Y confirmar si ya existían esos datos concluyentes
que el periodista afirmaba con tanta vehemencia y rotundidad, o no. Y con eso
me puse.
Nunca
pensé que me iba a llevar tanto tiempo.
En el principio ya era
la Palabra…
“¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las
cosas!”[2]
Eternidades, 1918. Juan Ramón
Jiménez.
En 1868 un escritor húngaro, Karl-Maria Kertbeny[3],
inventa con acierto la palabra homosexualidad, orientación sexual que él
considera que se trata de una condición innata e inmutable. No aporta evidencia
científica alguna de por qué piensa que esto es así, pero al menos contribuye
con una palabra para poder nombrar al fenómeno, lo que no es poco. Aunque no
está vinculado estrictamente al fenómeno del transgénero, comienzo la
disertación con este protoactivista porque inaugura algo que es importante en
todo el entorno LGTB[4][5],
que es la tendencia a nominar adoctrinando, que ha sido muy útil a su causa, ya
que con ello siempre te pueden remitir a informarte a sus propias fuentes.
Crean el concepto y le dan autoridad en un mismo acto. Eso sí, con una
prevalencia de lo emocional sobre lo racional. Las pruebas científicas son
secundarias a lo que se siente, que es lo que para ellos importa. Y también me
parece significativo mencionarlo porque es de justicia reconocer que fueron los
homosexuales masculinos los que estuvieron desde el principio en la vanguardia
de la defensa de todas las sexualidades alternativas a la… heteronormativa
(usemos su lenguaje).
***
Todo análisis de la realidad dependerá de la posición desde
que la observemos y de los datos que esa situación nos ofrezca. Si miramos un
dado de forma totalmente perpendicular podríamos decir que es un cuadrado
blanco con un punto en el medio. Otra persona, situada en un ángulo opuesto
dirá que no, que tiene seis puntos. Incluso, si lo mira de cerca, dirá que no
es exactamente cuadrado, ya que tiene las esquinas redondeadas. Pero si hay
alguien que los mira sobrevolando dirá que ambos se equivocan, porque lo que
están mirando es un cubo con diferentes puntos en cada lado.
La sexualidad, como todo hecho de la vida humana, tiene unos
componentes que son universales, forman parte de nuestra evolución como especie,
y son comunes en su lado más básico incluso con otros animales. Y por otro lado
tenemos otras expresiones locales, más complejas, que se van conformando a
través de generaciones en los diferentes grupos humanos. Estos son los aspectos
folclóricos de la sexualidad que representan los usos y las costumbres tribales.
Relacionado con el asunto de la transexualidad tenemos en el
mundo y a lo largo de la historia muchas manifestaciones locales que expresan
esta cuestión. Así tenemos hijras en la India, kathoeys en Tailandia, berdaches
en América del Norte, muxes zapotecas, fa'afafines en Samoa, māhūs en Hawái, vírgenes
juramentadas en los Balcanes…
El presente artículo no pretende hacer un estudio
antropológico de estas realidades periféricas, sino un repaso historicista de la
transexualidad y del transgénero desde las corrientes principales de la cultura
europea, y de lo que posteriormente se irradia de esto hacia todo Occidente. Y,
en especial, a la lucha por controlar el lenguaje y sus significados en la
lucha de poder que este hecho ha generado.
El mundo actual ha favorecido que todos los puntos de vista
sobre todas las realidades puedan comunicarse y desdecirse en tiempo real. Y lo
malo es que esto se produce en unos tiempos en los que el exceso de información
está llevando a la mayor parte de las personas a tener unas nociones extensas
de lo que pasa, pero de forma superficial. Se sobrevuela sobre la realidad como
el que recorre el mundo desde Google Earth. Se ve todo de forma general, pero
sin profundizar en los detalles. La enseñanza y la profesionalización, además,
hace que las personas de los países más industrializados se especialicen,
haciendo que su conocimiento quede cada vez más reducido a una pequeña parcela.
La ignorancia global crece. De ahí el éxito de las ideologías como nuevas
religiones, ya que permiten tener respuestas ya pensadas por otros a cuestiones
sobre las que no hemos tenido tiempo ni ganas de reflexionar.
***
¿Qué hace una chica
como tú en un cuerpo como ese?[6]: Creencias, sentimientos, opiniones y argumentos.
“Lo más terrible de
este mundo es que todos tiene sus razones.” La regla del juego, Jean
Renoir.
Nota: Como sé que en estos tiempos de Twitter de respuestas
sencillas antes problemas complejos es muy difícil que nadie te lea mucho más
allá de un folio, lo que viene a partir
de ahora te lo puedes saltar, si tienes pereza lectora, y retomar el texto
cuando ponga en negrita y en mayúscula “POPULIST
MODE ON”. Porque a partir de ahora comienza el…
GAFAPASTA/NERD MODE ON.
![]() |
Karl-Maria Kertbeny, Karl-Heinrich Ulrichs y Magnus Hirschfeld: tres pioneros. |
***
Voy a tratar de atenerme a los hechos. Las conclusiones que
pueda tener las voy a diferenciar con claridad. Pero lo principal será que
puedas disponer de una escueta relación de las principales líneas de
investigación que se han dado a conocer sobre el asunto del transgénero, y
puedas seguir la investigación por tu cuenta. Y digo escueta porque este asunto
es muy extenso y complejo. Daría para un
grueso volumen, incluso más. Así que estos apuntes tratan tan sólo de
sobrevolar la punta del iceberg, porque por mucho que lo resuma y simplifique, como
decía André Bazin, no voy a tener tiempo de ser breve:
El presente artículo tratará de forma preferente la cuestión
transgénero. No sobre homosexualidad (aunque aparezca en varios momentos, por
la indefinición inicial del fenómeno) ni sobre intersexo (aunque hay quien
considere el transgénero una sutil variante cerebral del intersexo). Este
último asunto sí lo trataré posteriormente ya que una supuesta bióloga ha
intervenido en este debate aludiendo a ello, pero realmente introducirlo
distorsiona el tema central. Si entendemos como transgénero a aquellas personas
que sostienen que se sienten (incluso que son) de un sexo diferente al que les
ha correspondido de forma cromosómica sin ninguna clase de síndrome que lo
perturbe.
Los primeros acercamientos científicos a los trastornos de
identidad sexual aparecen en la Europa occidental a mediados del siglo XIX,
siempre asociados a la psiquiatría[7].
En 1870, Karl-Heinrich
Ulrichs, formado en derecho y teología, recopila y publica Estudios sobre el misterio del amor
masculino[8]. Y
con ello se convierte en el primer activista de los derechos de los
homosexuales con cierta proyección. Ulrichs se definía a sí mismo como uranista
(lo que posteriormente se llamaría trangénero). Fue el que popularizó
la célebre expresión anima muliebris virili corpore inclusa (alma
de mujer encerrada en un cuerpo de hombre). Ulrichs es el padre del discurso en
defensa del entorno homosexual y de definir todas sus variantes. Y también sin
apoyarse en ninguna clase de evidencia científica, como ya lo hiciera Kertbeny,
sostiene la idea de que esta tendencia era un hecho natural y biológico.
El primer médico de renombre que defendió positivamente la
transexualidad (y la homosexualidad en general) con repercusión internacional,
y que además era partidario de intentar una reasignación de sexo para estas
personas, fue Magnus Hirschfeld,
aunque con resultados poco prometedores[9].
Hirschfeld, que también era homosexual, atribuía su origen a una cuestión
hormonal. Una de sus grandes aportaciones fue escribir en 1910 el primer libro
sobre lo que él llamaría “travestismo”[10],
y que finalmente fijaría el término. En cualquier caso, no podemos negar que
Hirschfeld fue un pionero en muchas cuestiones: creó la primera asociación
defensora de los derechos de los homosexuales; cofundó la primera organización
sexológica; publicó la primera revista de sexología (en la que llegaría a
colaborar Sigmund Freud); creó el
primer Instituto de sexología y el primer museo; organizó el primer congreso
sexológico internacional y es uno de los fundadores de la Liga Mundial por la
Reforma Sexual en 1920. Se trata del primer gran científico estudioso en
exclusiva de la sexología y uno de sus grandes difusores internacionales. Por
todo esto podríamos decir que Magnus Hirschfeld es el padre de la Sexología
científica. Aunque tampoco pudo probar nada.
Ella fue la primera…
Hasta este momento, como hemos visto, las referencias al
fenómeno transexual[11]
habían llegado desde el entorno homosexual y masculino. Tanto como concepto,
como por la procedencia de sus investigadores más preeminentes. Los
acontecimientos que provocaron la Segunda Guerra Mundial, el auge de los
totalitarismos, crearon un paréntesis de silencio durante años sobre estos
asuntos. Hasta que en 1949 la publicación del libro El segundo sexo de Simone de Beauvoir supone un pequeño
terremoto social en las naciones occidentales en aquellos años de posguerra. El
libro plantea abiertamente por primera vez la cuestión del sexo como
construcción social. En el capítulo primero de la cuarta parte escribe una
frase que será esencial para entender muchos movimientos posteriores: "On ne naît pas femme: on le deviant.”[12]:
«No se nace mujer: llega una a serlo. Ningún destino
biológico, físico o económico define la figura que reviste en el seno de la
sociedad la hembra humana; la civilización en conjunto es quien elabora ese
producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica como
femenino.»[13]
Aunque el libro trata esencialmente sobre la cuestión
femenina (o realmente sobre si es real que eso exista), también toca
tangencialmente el asunto de lo que ella llama el “tercer sexo” (ya que no los
considera ni hombres ni mujeres, sino otra cosa). Beauvoir cree que puede
tratarse de una cuestión hormonal,
aunque reconociendo que en ese momento aún no se disponían de evidencias
científicas para poderlo afirmar con rotundidad:
“En la Humanidad, como
en la mayor parte de las especies, nacen aproximadamente tantos individuos de
uno como de otro sexo (100 niñas por 104 niños); la evolución de los embriones
es análoga; sin embargo, el epitelio primitivo permanece neutro durante más tiempo
en el feto hembra; de ello resulta que está sometido más tiempo a la influencia
del medio hormonal y que su desarrollo se encuentra invertido con mayor
frecuencia; la mayoría de los hermafroditas serían sujetos genotípicamente
femeninos que se habrían masculinizado ulteriormente: diríase que el organismo
macho se define de repente como macho, en tanto que el embrión hembra vacila en
aceptar su feminidad; empero, estos primeros balbuceos de la vida fetal son
todavía muy poco conocidos para poder atribuirles un sentido.”[14]
Recapitulando.
La definición del hecho transexual en Occidente ha sido un
proceso lento, y fue en un inicio de la mano de la homosexualidad masculina.
En esta primera fase, de mediados del siglo XIX a mediados
del XX, vemos dos puntos de vista ya diferenciados:
Por un lado, la corriente principal, están los que mantienen
que la orientación sexual es una cuestión genética u hormonal con la que ya
nacemos. Eso sí, no aportan evidencias científicas concretas.
Y, por otro lado, con Simone de Beauvoir aparece el primer
añadido importante. No niega una posible alteración genética en el caso de los
llamados por entonces hermafroditas (mujer en cuerpo de hombre). Pero propone
por primera vez una supuesta superioridad de la influencia ambiental por encima
de la hormonal o genética en las diferencias de los roles masculinos y
femeninos. Y esto tendrá un peso esencial en todo lo que vendrá después, tanto
para el feminismo de la segunda ola, al que se anticipó, como para al de la
tercera, con el que aún con críticas comparte todavía algunos aspectos de su
visión. Y con esto la polémica que surge con respecto al transgénero es si se
nace o se hace. ¿Es razonable que el transexual nazca con su género marcado en
el cerebro, aunque sea diferente a su sexo biológico, y sin embargo en la
mujer, que sí concuerda su sexo con su género, tenga que construirse?
De esto, y muchas otras cosas más, seguiré hablando en los
próximos artículos.
[2]
Lo de la jota en inteligencia no es una errata, como ya sabrás si conoces algo
de las peculiaridades ortográficas de Juan Ramón Jiménez.
[3] Karl Maria Kertbeny, Schriften zur
Homosexualitätsforschung, 1869. Aunque el término y lo utiliza un año
antes en una carta privada en la que también aparece por vez primera el término
heterosexual.
[4] “Entorno
LGTB”, perífrasis que ya entendemos de forma global y aceptamos como algo que
existe y acotamos. Otra aportación lingüística de la comunidad.
[5]
LGTB, LGBT, GLBT, LGBTQ, LGBTI, LGTB+, LGBTQIA… Y muchas más variantes. En esto
sí que no han logrado ponerse de acuerdo.
[6] O
chico, no añadamos más arrobas al peso del espídico péndulo de esta historia.
[7]
Curiosamente ni Wilhem Wundt, padre de la psicología científica, ni Sigmund
Freud, padre del psicoanálisis, trataron este asunto de forma específica.
[8] Karl-Heinrich Ulrichs . Forschungen über das Räthsel der
mannmännlichen Liebe, 1870.
[9]
Fue responsable de las sucesivas operaciones de la famosa transexual Lili Elbe
que acabarían con fatales consecuencias.
[11]
Aún no había aparecido la idea de género.
[12]
Dos traducciones propuestas: "No se nace mujer: llega una a serlo". O
bien: “La mujer no nace, se hace.”
[13] Simone
de Beauvoir. El segundo sexo. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1969. Traducción de
Pablo Palant. P.109
[14] Ibíd, p.13.
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